Casi 350 casos de robos violentos en casas de Ourense entre enero y septiembre acrecientan la preocupación de las fuerzas de seguridad. Delitos que allanan el marco de intimidad de las personas, la mayoría personas del rural y edad avanzada, víctimas más propicias y vulnerables ante la falta de escrúpulos. Delitos violentos como el que sufrió en la tranquilidad de su casa la noche del lunes Secundino González Hermida, un hombre de 63 años que se vio cercado en el patio interior de su domicilio de Penouzás, en Trasalba, en un enclave rural de Amoeiro, a solo 18 kilómetros de Ourense. El sexagenario, que vive junto a su madre enferma e impedida de 93 años de edad, trataba de volver a la normalidad tras pasar la noche en vela. Seis hombres de 30 a 40 años de edad, encapuchados y con acento gallego abordaron a la víctima armados con palos y una pistola, lo amenazaron de muerte y llegaron a golpearlo para luego darse a la fuga con 700 euros en efectivo, dos relojes, un anillo de oro, el teléfono móvil y una escopeta del calibre 12. "Me ordenaron 'no se te ocurra salir, o volveremos a matarte", recordaba la víctima ayer.

Secundino se encontraba cortando la leña en el patio de su casa -las estancias se encuentran en una edificación adyacente a la que se accede por una escalera-, donde la custodia de un perro de cruce pastor alemán de gran tamaño no fue suficiente. "Sí que ladró pero..."

Ayer recomponía los hechos en el mismo lugar en el que sus gallinas domésticas rebuscaban alimento en el suelo. Esperó más de doce horas, con la noche y la mañana de por medio, antes de acudir al cuartel de Tamallancos, el puesto del instituto armado más próximo a su casa, para presentar denuncia. Los encapuchados se tomaron más precauciones. Además de arrebatarle el móvil, cortaron el cable del teléfono fijo para incomunicar a su víctima. Los investigadores de la Policía Judicial ya han realizado la inspección ocular del lugar de los hechos, buscan pistas para situar el modo de fuga de los atracadores y trabajan para detenerlos.

Oyó un ruido, acto seguido se encontró delante a sus atracadores. "Llevaban una pistola, no sé si era normal o de fogueo pero por si las moscas....". Los encapuchados lo apuntaron con el arma, le exigieron que les entregara todo el dinero y, uno de ellos, el peor encarado según recordaba ayer la víctima en el umbral de su casa, le golpeó en la boca. El sexagenario de Amoeiro le restaba hierro a la agresión pero no al mal trato que sufrió en su propia casa. "No tuve que ir al médico, pero uno cuando pasa algo así coge una impresión...", recordaba entrecortado.

Secundino tuvo que desembarazarse por sí solo de las ataduras que le colocaron los ladrones. Lo sujetaron de pies y manos. Mientras los individuos revolvían la casa. Su madre, con una dolencia crónica, impedida y 93 años de edad, no se enteró ni sufrió daños. Aun cuando los asaltantes prorrumpieron en las distintas estancias llegando a romper varios muebles para buscar dinero. "Se llevaron un reloj de hace 16 años", musitaba la víctima.

Además, los asaltantes se apoderaron de una escopeta del calibre 12. La desaparición del arma fue uno de los motivos principales para denunciar después de esperar un tiempo por las amenazas de los asaltantes.

El alcalde de Amoeiro, Rafael Villarino, llegaba ayer a media tarde al domicilio de Penouzás, una casa encastrada entre una pista angosta, para ofrecer ayuda y colaboración a su vecino atracado, que todavía no daba crédito a lo que ocurrió donde ocurrió. "Nunca en la vida había pasado nada de esto por aquí", dijo Secundino subrayando, además, que uno de sus vecinos del entorno ocupa un mando en la Guardia Civil. Fuentes del caso apuntan a que la víctima había retirado antes del robo los 700 euros del banco. Doscientos los guardó en la vivienda y 500 en otro lado. La Policía Judicial busca alguna pista en esta vía de investigación.