Con la emoción a flor de piel, pero también atentos a las lipotimias y vigilando las pertenencias de la mano rapaz de los carteristas, más de 50.000 fieles se congregaron ayer en torno al santuario de Nosa Señora dos Milagros, en el término municipal ourensano de Baños de Molgas. Ayer, como cada 8 de septiembre, se conmemoraba el nacimiento de la Virgen María, que coincide con el día grande de esta advocación de Os Milagros, como colofón final después de nueve días dedicados al culto de esta imagen, cuyos devotos coinciden sinceramente en que "é moi milagreira".

Cerca del mediodía, y a pesar de las altas temperaturas, una multitud de creyentes se dieron cita en la explanada de Os Milagros para escuchar la misa presidida desde el balcón del templo por José Pérez Domínguez, vicario pastoral de la Diócesis, quien en su homilía pidió "solidaridad para aquellos que están sufriendo en estos tiempos de crisis". "Una crisis", aseguró, que es "sobre todo de valores".

Tras el oficio, la imagen de la Virgen salió en procesión por última vez este año para despedirse de todos sus fieles. A su salida, la talla fue bañada en pétalos de flores blancas y durante el recorrido por la explanada, los feligreses depositaban en el paso dinero y joyas en forma de ofrenda. Antes de que la imagen regresase al templo, los asistentes se despidieron hasta el año próximo agitando sus pañuelos al viento, y dedicando un himno en honor a la Virgen.

Un evento de estas características que puede llegar a reunir a más de 50.000 personas requiere de un dispositivo médico y de seguridad preparado para solucionar los percances más corrientes, como son las lipotimias, los robos de carteras o incluso la desorientación que sufren algunas personas de avanzada edad cuando se ven rodeadas de una muchedumbre. Para ello, había durante la jornada de ayer en el recinto un guardia de seguridad privada, una pareja de la Guardia Civil, un médico, un enfermero, una ambulancia y al menos una decena de voluntarios de Protección Civil que velaron por el bienestar de todos los congregados en día grande de Os Milagros.

La crisis modela la actitud de los devotos

La crisis económica que atravesamos está consiguiendo también modelar la fe de los devotos de la Virgen dos Milagros. Las espléndidas limosnas de antaño no ascienden hoy más que a céntimos, y los fieles ofrecen ahora a Nuestra Señora el sacrificio que supone peregrinar a pie hasta el templo desde diversos puntos de la provincia.

Quizás hayan cambiado, de forma casi obligada, las formas de demostrarle a la Virgen el fervor y la devoción, pero estos sentimientos siguen intactos en su esencia. En el oficio y la procesión celebradas ayer en el santuario de Os Milagros se podía ver a muchos de los fieles ataviados con velas como símbolo de las promesas ofrecidas a la Virgen y también de sus peticiones y ruegos a la divinidad. Algunos de estos exvotos representan figuras humanas o partes específicas del cuerpo donde los feligreses tienen alguna dolencia y los ofrecen para pedir la intercesión de la madre de Cristo en sus problemas.

Los puestos de los feriantes, el toque profano

El toque festivo y profano de esta celebración lo ponen los cientos de puestos que se colocan en las inmediaciones del santuario y donde cualquiera que se acerque puede disfrutar, entre los gritos alegres de los feriantes y el gentío, de desde una ración de pulpo a una de carne "ó caldeiro" pasando por la posibilidad de adquirir ropa, calzado o casi cualquier artilugio que se pueda imaginar, sobre todo velas y todo tipo de objetos religiosos.