La lluvia acribilla la aldea de Tioira, en Maceda, y alfombra verdes rectángulos de pasto difuminando el recuerdo de meses de sequía. Neculai y Mihai apenas disimulan una sonrisa cuando entornan los ojos, miran al cielo e imaginan el engorde natural de la hierba para alimentar al ganado, es su trabajo a miles de kilómetros de casa en un munado que aún pervive en el medio rural. El trajín no se detiene. Un plástico al hilván de la lluvia sustituye los critales rotos y el hollín deja su pátina al entrar en la casa a oscuras de Neculai y los otros cuatro miembros de su familia desahuciados por un fuego el pasado domingo, rescatados ahora por la solidaridad de sus vecinos.

Una colecta puerta por puerta echa fuera los prejuicios y demuestra el sumatorio de fuerzas de un municipio volcado con la familia extranjera. "Desde gente que cobra la renta Risga y da más de lo que puede, a uno que acaba de llamar ofreciendo 250". Dos de los vecinos que promueven la ayuda en tiempo récord, Pedro Blanco y Luis Prol, se estrechan en un saludo cálido con los rumanos, cinco años en el pueblo y ya como unos más. "Son trabajadores, educados y formales", dice una señora desde el umbral de una vivienda de las proximidades que hace años también era un bar.

Neculai y su pariente Mihai, que vive en una vivienda próxima con otros tres familiares rumanos, conceden pocas palabras, síes y noes, porque el ambiente que los rodea los abruma. El fuegó calcinó parte del hogar de Neculai causando en torno a 10.000 euros en daños pero la voluntariosa ayuda de los lugareños promete reconstruir la casa de las cenizas para aparcar a la vez la tristeza.

Maceda ya acudió en auxilio de un empresario de un taller al que el fuego calcinó el negocio en marzo –se abrió una cuenta bancaria además de una colecta– y en esta ocasión no ha sido menos. En el instituto al que acude una joven de la familia, "que fala mellor o galego ca nós", incide Pedro, también se organizó una recogida de fondos entre alumnos y profesores . Y no todo es dinero. Algunos establecimientos del municipio han regalado comida y materiales de obra a la familia y varias personas se han ofrecido para ayudar en las reformas al igual que varias personas se fajaron, el domingo, en la extinción de las llamas sin más medios que un tractor cisterna. Otro vecino ha cedido a los rumanos sin casa una segunda vivienda que estaba vacía, donde Neculai y Mihai hacinaban ayer los últimos útiles arrumbados de los restos del incendio.