En el CEIP de Xunqueira de Espadañedo no hay fichajes ni para un equipo de fútbol sala. El deporte escolar es el tenis de mesa y compiten en la liga escolar provincial. En toda la escuela hay 13 niños matriculados agrupados en dos aulas mixtas, una para Infantil y otra para Primaria, con una única profesora en comisión de servicio para cada unidad. Faltan alumnos y sobra espacio, por lo que este año se cerrará la primera planta del edificio para ahorrar en calefacción. Es el reflejo de la despoblación.

En Muiños, Baixa Limia, solo hay 18 alumnos agrupados en dos aulas en la planta baja. Tras la supresión de la segunda unidad en Primaria, el piso superior ha dejado de ser útil y sirve de guardería para niños de 0 a 3 años y de taller para actividades municipales dirigidas a adultos.

Esta situación se repite en otros centros de la provincia como Manzaneda, Baltar, Beariz o Vilariño de Conso; y otros como Sandiás, Arnoia, Ramirás, Avión, Gomesende, Os Blancos, Laza, Irixo o Quins, donde toda la Primaria se divide en dos aulas, van por el mismo camino. La caída demográfica se traduce en pupitres vacíos y niños con pocos amigos, sin embargo, tanto padres como profesores valoran las ventajas de este modelo educativo.

Las responsables de centro de Muiños y Espadañedo, Yolanda Martínez y Maite Bugallo, respectivamente, destacan la rapidez a la hora de detectar dificultades en el aprendizaje de los alumnos y el trato personalizado: "Es como impartir clases particulares", afirma Maite. Los padres y madres también aprecian la dedicación individual y la relación afectuosa que se establece entre el profesor y sus hijos: "Son como una familia muy unida en la que los mayores se preocupan de los pequeños y adquieren responsabilidad", explica Amelia, madre de un alumno de Xunqueira.

Maite Bugallo, que se estrena este curso como profesora de un aula agrupada en Espadañedo mira con tristeza a su grupo de ocho alumnos de toda la Primaria: "Vengo de educar en aulas de 25 niños en Cambeo y Vilar de Barrio y me chocó llegar aquí y encontrarme el colegio cerrado. Tuve que ir al Concello a pedir la llave". Para esta profesora en comisión de servicios, el agrupamiento "no tiene ventajas". De hecho, no ve positivo que los alumnos de otros cursos escuchen las explicaciones que se le dan a niños de niveles superiores, y viceversa: "Se producen distracciones". Para evitarlo, lo mejor es "hablar bajito" y plantear actividades a unos mientras se imparte la lección a los otros. Además, añade, "los niños necesitan jugar con otros de su edad porque los intereses de una niña de tres años son muy diferentes a los de niños de 10". Maite extraña el ruido y un equipo docente: "Solo somos dos y cada una de un ciclo diferente, ¿a quién recurro si tengo dudas?".

Para Yolanda Martínez, del CEIP de Muiños, "es una cuestión de organización". Con mayor experiencia en aulas agrupadas, esta profesora destaca la atención "más ágil" en materias que requieren el empleo de medios tecnológicos. En este centro existen este año dos aulas, una con cinco niños de Infantil, dos de primer curso de Primaria y una profesora; y una segunda unidad con once niños de 6 a 11 años y dos profesoras, una de ellas de inglés que además impartirá clases de música y afines. También contará con tres profesores i-tinerantes para Religión, PT y Audición y Lenguaje. "Estiramos las 25 horas lectivas, organizamos turnos para los recreos y para recibir a los transportados, atendemos el comedor y llevamos todo el papeleo", explica Yolanda.