Entre las más interesantes, había tres tablas que contaban con una parte pintada y otra narrativa sobre el milagro que reproducían. A pesar de que se trataba de obras anónimas, Izquierdo considera que dos exvotos, de estas características, son del mismo artista, porque las composiciones de ambas son muy semejantes, también tienen en común que utilizan un colorido similar y que están pintadas al óleo sobre madera. En las dos aparece la Virxe dos Remedios en la esquina izquierda del cuadro con un manto rojo, una capa azul y un pequeño chal blanco, con el niño Jesús en los brazos y con la cabeza cubierta por una corona.

Izquierdo Gutiérrez resalta que son dos cuadros hechos por un modesto pintor que evocan el peligro -caída y enfermedad, respectivamente-, del que consiguió escapar el devoto agradecido. Los dos exvotos tienen la misma composición: la Virgen, una figura orante en actitud de súplica y el milagro.

La primera tabla cuenta el milagro hecho por la Virxe dos Remedios con un estudiante de leyes de 23 años, llamado Emilio Muruais, que cayó desde el puente viejo al Miño en las navidades de 1842 y fue recogido en vida por unos pescadores, después de estar en el agua 45 minutos.

La segunda tabla reproduce otro milagro ocurrido en 1843, consistente en la curación de una joven desahuciada por los médicos, llamada Ramona Nóvoa, que sanó gracias a las peticiones que hizo su padre a la Virxe dos Remedios. En el centro del cuadro aparece una persona arrodillada, con las manos juntas, en posición orante, que suplica a la Virxe. En la otra parte de la tabla aparece una cama, en la que hay una chica enferma, y debajo de la escena aparece el texto.

El tercer exvoto, que también combina una parte pictórica con otra narrativa en la que se cuenta el milagro, la composición es completamente diferente a las anteriores, como resalta Paulino Izquierdo. La Virxe aparece subida en una nube, en la parte superior derecha del cuadro, y se dirige a ella, postrada de rodillas, una figura femenina que tiene una enorme melena desaliñada en posición orante. Se trata de María Rodríguez, natural de A Coruña, una mujer del siglo XIX que estuvo loca. A ambos lados hay ventanas, por las que se pueden ver paisajes y pinos.

Tres tablas de las que se quemaron en la capilla contenían sólo una parte narrativa, en la que se contaba el milagro, y carecían de pintura. Las dos primeras son del año 1843 y tienen en común que los rasgos de las letras y los dibujos o adornos de la parte inferior presentan los mismos rasgos, por lo que parecen hechos por la misma persona.

La primera habla de un hecho que ocurrió delante de la capilla, donde le pasó por encima de la barriga a un niño una rueda de un carro de bueyes cargado con 40 arrobas de pinos. Narra que después de que su padre invocara a la Virxe dos Remedios, su hijo “se levantó sano y salvo”. Poco después un médico certificó en Ourense que no tenía ninguna lesión.

Derrame

El segundo exvoto habla de una joven desahuciada y dejada por muerta en Casigova, en la parroquia de Velle, que gracias a la ofrenda de su padre recuperó la salud. Los padres de la chica le ofrecieron a la Virxe que si sanaba la enferma, iría a la capilla con la mortaja y con la cera correspondiente.

La tercera tabla habla de un hombre, llamado José Menéndez, que tuvo un derrame de sangre de tal magnitud que le tuvieron que administrar la extremaunción, en mayo de 1842. Su mujer prometió que si sanaba lo llevarían a la capilla de la misma forma que le darían sepultura, se supone que con la caja incluida. Y recuperó la salud, por lo que tuvo que cumplir la promesa.