Imagínense un país situado en el "top ten" de las potencias mundiales y una pléyade de intelectuales en plena efervescencia creativa, en áreas desde la medicina a la química, las matemáticas o la literatura y la abogacía, dispuestos a abonar con su sabiduría los cimientos de un país en auge.

Eso era Argentina antes de la llegada de la represión del gobierno de los militares, país del que cientos de intelectuales tuvieron que huir por sus ideas progresistas, dejándola "huérfana de una generación irrepetible, que se vio condenada al exilio".

De esta realidad, desgraciadamente no ficción, parte el hilo argumental de "La pérdida", un documental que se exhibe en el Ourense Film Festival, codirigido por un periodista y crítico de cine español de indudable prestigio, Javier Angulo, que es además director del festival de la Seminci de Valladolid, y del director de cine argentino Enrique Gabriel, que se introduce por primera vez en el género tras dirigir cinco largometrajes.

"Fue tras uno de mis viajes a Argentina cuando comprobé la similitud que había entre lo ocurrido en Argentina y la dictadura española, ese éxodo de decenas de personas inteligentes y brillantes que dejaron huérfano un país de pensadores a causa del exilio", indicó Angulo en su primera incursión como director.

Diez argentinos condenados entonces a abandonar su país y a recalar en distintos lugares del mundo, donde ejercieron con brillantez su profesión, narran su historia. "No es lo mismo irte de un lugar a que te echen del lugar en el que quieres vivir, eso ha supuesto un exilio interior sin recompensa para esos seres humanos", indica Gabriel. Liliana de Riz, socióloga; Víctor Penchaszadeh, médico; el escritor Osvaldo Bayer, el sociólogo Enrique Oteiza o profesoras de actores como Cristina Rota, entre otros, cuentan cómo fue ese desgarro social, familiar, geográfico e íntimo que supone el exilio y responden a una pregunta clave que se hacen los directores ¿Cómo sería Argentina de no haber perdido a aquella brillante generación?