La respuesta de Xestosa a la trágica muerte de Laura Alonso continúa siendo inapelable. Quince días después de su fallecimiento, decenas de vecinos y amigos de la joven se sumaron ayer a una celebración religiosa en la iglesia parroquial de Santa María. Aunque la misa de recuerdo estaba prevista para la intimidad de la familia tras varios días de expectación social y también mediática, la eucaristía congregó a un gran número de personas conmovidas todavía por tan triste final, que quisieron demostrar especial afecto a los padres de la chica, Cesáreo y Ramona, muy afectados por el tremendo desenlace de este suceso.

Ellos fueron el centro de las atenciones que les dispensaron muchos de los asistentes. El portavoz de los Alonso Pérez y tío abuelo de la chica, Manuel Olleros, remarcó otra vez que "el cariño que demuestra la gente hoy, lo hizo también el día del entierro, nos ayuda a seguir adelante y a tratar de superar esto". Igual que sucedió la tarde del sepelio, la iglesia de Xestosa se quedó pequeña.

"A veces tenemos que hacer frente a enfermedades, no sólo físicas, sino también que afectan a nuestro estado de ánimo y a nuestro estado psíquico", señalaba en la eucaristía Jesús Conde, párroco de Xestosa. Difícilmente eran capaces de mantener la entereza los progenitores de la joven, abrumados por la intensidad de los hechos a los que se han tenido que enfrentar en las últimas dos semanas, y desolados, como es lógico, al final de la misa. Los vecinos se trasladaron entonces el testigo y, uno u otro, trataron de consolar a Cesáreo y Ramona, recluidos estos días en la intimidad de su casa.

Pese a todo, los más allegados, el entorno familiar y la totalidad de la aldea de Xestosa colaboran desde entonces para intentar mitigar el dolor por la muerte de Laura, hija única, y, según reconocen algunas personas que han convivido con ellos en los últimos días, "se habla lo mínimo posible sobre lo que pasó para intentar que se evadan todo lo que se pueda". Cada noche, el bar familiar situado en Xestosa, que solía regentar Ramona, se llena de vecinos, familiares y amigos que transmiten su calor a los padres de Laura, y tratan de contrarrestar el sufrimiento que han acumulado desde el pasado 23 de agosto, cuando Laura Alonso perdió la vida, presuntamente a manos de su ex novio y también vecino de Toén, Javier Cruz González.

Desde entonces, ambas familias, amigos de la joven y vecinos de Xestosa y Toén encaran la necesidad, hecha pública entre otros por el alcalde Amancio Cid, de "normalizar las relaciones y buscar el entendimiento", sin enfrentar a ninguna de las partes ni hacer juicios.

El pueblo de Toén, de donde es natural el asesino confeso de la joven, prescindía ayer de sus fiestas patronales. El padre del presunto culpable y concejal local, Eduardo Cruz, rompía también una lanza por la convivencia, según relató Aser, uno de los amigos comunes que había entre Laura Alonso y su supuesto agresor.

Aser explicó que Eduardo Cruz, que volvía anteayer al trabajo como mecánico y es una persona muy conocida en la zona, se acercó a un grupo de amigos de la joven fallecida para hablar con ellos y mostrarles sus respetos y su tristeza por lo sucedido. Amancio Cid ya lo anticipaba días atrás: "esto fue una decisión de una persona; no se puede culpar a su familia".

Por su parte, el círculo de amigos de Laura Alonso se centra en honrar a la joven y en mantener su memoria. De esta manera, ya que el próximo 15 de septiembre la joven de Xestosa debería haber cumplido 20 años, está previsto un sencillo acto de todos sus amigos para recordarla. Ayer, más de 30 de ellos escuchaban cabizbajos el transcurso de la misa, rodeando al novio de Laura Alonso, y arropando también a los padres y familiares de la joven.