Tuvieron una relación sexual de mutuo acuerdo, a continuación discutieron, ella le abofeteó y él la agarró por el cuello con las manos y apretó, aunque inicialmente ajeno al desenlace final: su muerte. Así de clara y rotunda fue la declaración judicial del homicida confeso de Ourense, Javier Cruz González, de 32 años y ex novio de la joven Laura Alonso, detenido el domingo por la mañana en A Valenzá tras el hallazgo el sábado por la tarde del cuerpo de la joven en una pista forestal de Toén tras una semana de intensa búsqueda. La titular del Juzgado de Violencia de Género de Ourense decretó su ingreso sin fianza en el Centro Penitenciario de Pereiro de Aguiar la pasada madrugada tras tomarle declaración durante dos horas.

En el juzgado relató que el domingo día 23 de agosto llegó a su casa de la localidad de Toén a las once de la noche, después de pasar el fin de semana en la playa con su actual novia y varios amigos. Sobre la una y media de la madrugada recibió una llamada de Laura, que estaba en un bar de A Valenzá con su pareja y unos amigos y quedaron para verse en Toén. Minutos más tarde recibió un mensaje del móvil de la chica que le indicaba que saliese de casa, que ella ya estaba llegando.

El punto de encuentro era una pista de la parroquia de Alongos, donde fue hallado el coche de la joven días después de su desaparición. Desde allí se desplazaron en al Audi de Javier hasta las inmediaciones del centro escolar de Toén. El detenido explicó que pararon el coche y se situaron en los asientos traseros. Después de mantener un encuentro sexual, según su versión, comenzó una acalorada discusión.

El motivo, según el testimonio de Javier Cruz, fue que Laura le recriminó que estuviese en la playa con su novia y que la hubiese dejado sola todo el fin de semana. En un momento de la discusión, según el detenido, ella le abofeteó y fue cuando él le echó las manos al cuello y apretó.

Javier Alonso insistió ante la juez que tras la agresión Laura se desvaneció de forma inmediata, pero que creyó en todo momento que la joven sólo había perdido el conocimiento. Abandonó los asientos traseros donde estaba con ella y subió al del conductor, reanudando la marcha con el convencimiento de que la joven recobraría la consciencia durante el trayecto.

Sin embargo, al comprobar que Laura no volvía en sí, fue cuando se percató de que estaba muerta. Declaró que, atemorizado por las consecuencias de lo ocurrido, no se atrevió a pedir ayuda y circuló con su vehículo durante unas dos horas por el municipio de Toén porque no sabía qué hacer. Durante ese tiempo se deshizo de los enseres de Laura tirando en distintos puntos el bolso, el móvil y la chaqueta de la joven desde la ventanilla del coche.

Finalmente, también decidió deshacerse del cadáver pero aseguró que no estudió de forma premeditada la ubicación en la que arrojó ni las cosas de la víctima ni a la joven. A continuación se dirigió a su domicilio familiar, ubicado en pleno centro de Toén y se metió en la cama.

Al día siguiente, lunes, acudió a su trabajo en el taller de A Valenzá como de costumbre, y lo hizo hasta el viernes por la tarde. De nuevo pasó el fin de semana en una playa de Sanxenxo y el domingo fue detenido por la Guardia Civil de Ourense.

Javier Cruz declaró ante la juez que sus encuentros con Laura Alonso eran única y exclusivamente sexuales y que, al menos por su parte, no les unía ningún otro tipo de sentimiento. Contó que solían verse dos veces por semana para mantener relaciones íntimas, y que lo hacían después de dejar en casa a sus respectivas parejas. Añadió en su testimonio que mantenían dichas citas desde hacía un par de años y que la relación de pareja entre ellos dos duró muy poco tiempo.

Con respecto a la chaqueta que apareció alrededor del cuello de Laura cuando fue hallado su cadáver, prenda con la que pudiera haberla asfixiado aunque por el momento se espera el informe definitivo de la autopsia, Javier dijo no tener conciencia de haberla utilizado. Insistió en que le apretó el cuello con las manos y que cuando tiró el cadáver pudo quedar la chaqueta en el cuello de Laura.

El detenido llegó al juzgado a la una de la madrugada y declaró hasta casi las cuatro. El amplio dispositivo policial no impidió abucheos, insultos y golpes contra el furgón en el que trasladaban al detenido. Un centenar de amigos de Laura, y también su novio, lo recibieron al grito de ¡asesino1.