La Guardia Civil de Moaña investiga un presunto robo de dinero denunciado ayer en la gasolinera de Sanchelán y que se produjo la noche anterior. Asimismo, también se denunció el intento de robo en un bar del centro urbano, pues los autores habrían tratado, sin éxito, de forzar la verja de entrada.
Estos hechos se suman a la oleada de robos que sufren los responsables de la Cooperativa A MeixoEira, que cultiva y vende productos agrícolas, así como ganaderos, y que tienen su invernadero en la finca de la rectoral de Tirán. Sus responsables explican que sufrieron varios robos de productos desde que su proyecto agrícola arrancase en el año 2014, pero eran casos puntuales. El problema se recrudeció el último mes y medio, cuando los responsables de los robos acuden unas tres o cuatro veces por semana.
Brécol, repollo y sobre todo un bancal de unos 60 kilos de guisantes listos para su venta son los productos que se llevaron los autores de los robos últimamente. El peor episodio ocurrió a finales de la pasada semana.
Los responsables de la cooperativa sospechan que los autores están vendiendo los productos frescos por viviendas de la parroquia, de ahí que en las redes sociales hiciesen un llamamiento a los vecinos para que no compren productos sin conocer su procedencia. Calculan las pérdidas de la última oleada de robos en unos 600 euros.
La cooperativa, que en estos momentos funciona con cinco trabajadores, vende sus productos precisamente por las casas, además de contar con un puesto de venta en el mercadillo ambulante de Moaña y de participar en las ferias ecológicas que se organizan periódicamente en la villa.
Además, crían cabras en la parte alta de Moaña para producir queso y, en la propia finca de la rectoral, también cuentan con gallinas y en temporada pollos para su venta. En esta oleada de robos no han notado la falta de animales, aunque desvelan que en ocasiones anteriores sí que perdieron ejemplares, lo que atribuyeron en principio al ataque de zorros, aunque ahora no descartan que se debiese a robos.
En estos años, y tras presentar varias denuncias por estos hechos, acordaron completar el cierre de la finca cedida por la Iglesia, para que los autores incurran en un delito de robo en vez de en un simple hurto.