Una mujer repartía entre los niños aceitunas de la mesa del paso de la Santa Cena, donde se tentaba al mortal con la fruta y la ensalada que se ofrecía (plátanos, manzanas, granadas, vino Albariño...), otra, más joven, cogía caramelos de la cesta de la imagen de la Negación de San Pedro y otros se hartaban de sacar fotografías a todo lo que se movía por el templo. Fuera llovía con fuerza y los fieles que esperaban la procesión decidieron acudir a la ex colegiata, que ayer era un buen lugar para resguardarse de las tercas inclemencias del tiempo de este inicio de primavera. La entrada al templo se llenó de paraguas y fuera no sonaban los clásicos tambores de cofrades de la Semana Santa de Cangas. Pero nadie sufrió quebranto porque la procesión del Jueves Santo no pudiese salir, no hubo histeria colectiva. Las mujeres de las cofradías se ocupaban de engalanar todavía más los pasos y los hombres se entretenía con los preparativos de desenclavo. Pero se pensaba mucho en el Viernes Santo. Los marineros de Cangas aún siguen mirando el cielo para saber si va a llover, pero se guían también por las informaciones que dan las mujeres y los hombres del tiempo en las radios, las cadenas de televisión y las páginas web. Y las noticias no eran buenas. Pero, con todo, ayer nadie ponía en duda de que la Negación de San Pedro, a las 7.00 horas, y el Santo Encuentro iban a salir a la calle. Un acto de fe, tal vez, de los que llevan muchos años custodiando la Semana Santa de Cangas. "¡Si quedara de norte, si quedara de norte...!", repetía un marinero jubilado de la Hermandad de la Misericordia. Se refería al viento. El norte no trae lluvia.