Marta Franco y Myriam Viéitez permanecieron cuatro meses en Myanmar, en la antigua Birmania, colaborando en el proyecto humanitario Thabarwa Center, cerca de la ciudad de Yangon, que dirige el monje budista Otamassara. Asegura que se trata de una gran aldea que reúne a unas 3.000 personas, de las que 800 son monjes y monjas budistas y el resto son personas en situación de exclusión social: ancianos, pobres, discapacitados...pero también ricos -cuenta la canguesa- que se encuentran sin familia y quieren vivir en el centro. Lo que ofrecen es meditación: "Ellos creen en el karma, la energía que se genera a través de los actos de la personas, y el mensaje es que todos hagan buenas acciones". Marta Franco asegura que en esta aldea, en la que recibían alojamiento y comida a cambio de trabajo, se encontraron que todos guiaban a todos "en una integración total". Durante su estancia, ambas mujeres coincidieron con unos 400 voluntarios de todo el mundo colaborando en el proyecto.

En la India también colaboraron en el proyecto humanitario de Sristi Village Foundation, al sureste del país, una aldea que fundó el psicólogo Karthik para acoger a adultos discapacitados. Después de, trabajar en orfanatos comprobó -señala Marta Franco- que no había futuro para este colectivo de mayores y diseñó un aldea en el que pudieran vivir de forma autosuficiente. En estos momentos, la forman 40 miembros. Allí ambas mujeres dormían en una de las cabañas y les daban de comer a cambio de ayudar en los trabajos del día a día: "Aprendimos que no hace falta nada para comunicarse o para vivir. Estábamos con un abuelo de 75 años, que ayudaba en la aldea y que hablaba, no el hindi, sino un dialecto de La India. Pero nos entendíamos perfectamente. Ayudábamos a ordeñar o a retirar la orina de las vacas con la que hacen pesticidas naturales, a limpiar semillas o poner el abono, a cultivar... :"La aldea está basada en una economía sostenible".

De esta experiencia aprendieron la importancia de la adaptación de las personas, que todos somos iguales".