- Mula, Valladolid, Nueva York, Barcelona, ahora China, Madrid en perspectiva... La Fundación Gabarrón está presente cada vez en más sitios. ¿Para cuándo Bueu?
- [Sonríe]. Hace años quise abrir un espacio cultural, de carácter privado, pagándolo todo yo. La idea era incluso traer artistas de Estados Unidos, de China, de diferentes lugares, para que pudieran convivir con los de aquí, disfrutar de la ría y del mar. Había pensado incluso en adquirir una casa para albergarla, pero hubo cero interés por parte de las autoridades.
- ¿Y no se plantea retomar la iniciativa?
- Pues no.
- Le quedará montar su estudio cuando se instale definitivamente aquí.
- Sí, tengo un pequeño estudio donde trabajo pero necesitaría algo más grande para poder desarrollar mis proyectos. Cuando baje un poco el ritmo y la vida me lo permita me vendré a vivir aquí.
- Teniendo en cuenta que cada obra a lo largo de décadas debe de sentirse como a un hijo, ¿hay alguna de la que guarde un especial recuerdo o que sea su favorita?
- Sinceramente no. Podría decir que la última, pero en cuanto pasa un tiempo ya no me interesa tanto y ya estoy pensando en la siguiente. No hay una obra perfecta, y también hay que saber cuándo se acaba. Yo siempre le veo defectos a todas mis obras al acabarlas.
