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Las repercusiones sociales de la deuda

Hemos de decir que el empeño y la deuda tenían un efecto demoledor para economías tan débiles, mucho más dañina que los impuestos o cualquier otro tipo de contribución; esta podía condonarse, pero la deuda no. Su incumplimiento tenía consecuencias inmediatas: la cárcel. Deudas y emigración son, como veremos, las dos caras inseparables de la misma moneda.

Juan Dorde, vecino de Coiro es uno de los casos que nos habla de la dureza en que fueron redactados algunos préstamos. Juan, nos dirá ante notario, que permaneció en la cárcel pública de la villa humillado y avergonzado "durante muchos días" y ante la imposibilidad de pagar el préstamo decide malvender? "sus heredades de casa, cortes, corrales y quinteiro que tengo en el lugar de Boubeta pues no tengo con que pagar al presente los 100 ducados de deuda"? contraídos con don Melchor.

La gravedad de la deuda no quedaba cancelada por fallecimiento, los herederos recibían el compromiso de pagarla. Los hermanos A. de Vega y Gabriel Franco tuvieron que pagar un resto de 137 reales del préstamo que su viuda madre, ahora fallecida, había contraído por compra de maíz que don Melchor le había dado a crédito.

El siguiente testimonio pone al descubierto que la emigración local de este período tiene su origen tras la Guerra con Portugal (1640-1668) y agravada con la caída de los cercos,( redes de gran tamaño que se arrastraban desde tierra), es otra razón por la que los pescadores y agricultores acuden al despacho de prestamistas.

Al reino de Andalucía hubo de emigrar Francisco de Nogueira acuciado por las deudas contraída con Mondragón. Francisco en 1671, deja en Coiro un hijo de 8 años, una niña de 3, la esposa embarazada y una deuda "en pan y dinero de 60 ducados" (660 reales). Seis años más tarde, su mujer sigue sin tener la más mínima noticia de su marido "si está vivo o muerto" . Nuestro prestamista pasado el plazo de devolución, acude a la Justicia exigiendo a la madre de familia que haga frente a la deuda. Dominga, así se llamaba la mujer de Nogueira, suplica al juez que si procediera a saldar el préstamo de su marido?le haria gran daño? puesto que tener que desprenderse de su escasa hacienda quedaría en la más absoluta pobreza, pues tiene que alimentar a sus tres hijos. Mondragón insensible, insiste que la deuda debe pagarse. La abnegada mujer acude de nuevo al juez para que "vuestra merced de permiso para poder vender la leira llamada Cansinada" (Tirán) propiedad de su desaparecido compañero.

Otra causa de endeudamiento muy extendida en aquel entonces fueron las contraídas por familiares para dar sepultura a los suyos.

Las honras fúnebres producían unos costos fuera de lo común, tal vez los más importantes. Desde el instante del óbito, se oficiaba un rosario interminable de misas que duraban de 2 a 3 días dependiendo siempre de la calidad del fallecido. Ricos y pobres - cada uno en su medida- nada debían escatimar al muerto y el dispendio de maravedíes era ruinoso. Por caridad del fallecido, se daba comida y vino a cualquier pobre que al acto asistiese (acudían en tropel, ese día se sacudían el hambre de varios días de ayuno). Toda esta generosidad se ofrecía por el alma del difunto conque aumentar méritos en la otra vida.

Pero no todos vecinos de la villa estaban en condiciones de afrontar tanto derroche era preciso recurrir al prestamista. En ocasiones, para soportar los gastos vendían en pública subasta algunos bienes del fallecido y cuando no los tenía, si era labrador quedaba la posibilidad de desprenderse de alguna "leira de tierra" que serviría para solucionar el problema, terreno que, generalmente, el propio usurero se apresuraba a adquirir. De esta manera adquirió Mondragón "en mayo de 1678 el campo de Mourisca" ? a la familia de Pedro Santos el mozo, para pagar el entierro de un familiar y satisfacer de "otras deudas contraídas por las que pretende llevarme a juicio"

Por el mismo caso, un mes antes, el texedor de Coiro Juan Fernández por impago de 57 ducados (627 reales) se ve determinado a vender a D. Melchor ?tierra de dos ferrados que se dice da Cruz de Pereira?Los dineros tenían por objeto hacerle entierro y honras fúnebres al hijo de su primera mujer.

La fama de clérigo-banquero de don Melchor no se circunscribía sólo al ámbito del Morrazo, su renombre de financiero cruzó al otro lado de la Ría, llenando certificaciones de créditos las villas de Baiona, Tui, San Miguel de Tabangón, La Guardia ? en remesas de cereales de centeno y maíz o bien partidas de dinero.

La conducta de Don Melchor fue seriamente cuestionada por sus parroquianos. Por entonces, la estructura eclesiástica se basaba en la existencia del beneficio,(curato) es decir, tener unas rentas que permitieran al eclesiástico una vida supuestamente digna. De ahí que se dedicaran a distintas ramas del comercio y sus derivados como las finanzas y la usura, lo que no contribuía en modo alguno a granjearles simpatías. Estaban convencidos que la dignidad se alcanzaba mediante el dinero olvidando en ocasiones su labor pastoral y lo que pudiera opinar el pueblo carecía de importancia..

Mondragón, patrono de la Cofradía del Santísimo Sacramento, dejó para el sostenimiento de la Cofradía rentas y censos a perpetuidad.

Cruceiro del Señal, nuevo enclave

Una fuerte avalancha de agua provocada por unas pertinaces lluvias de aquel invierno de 1681-1682, acabaron por derribar el cruceiro del Señal que delimitaba la parroquia de Coiro y Cangas. Algún tiempo después, se propuso por suscripción popular uno nuevo. La ubicación del reciente cruceiro tuvo lugar unas brazas fuera de su primitivo emplazamiento, hurtando espacio a Cangas beneficiándose, de esa suerte, Coiro (lo que permitiría al abad de Coiro recaudar más diezmos). Este hecho, ordenado por don Melchor, aparentemente intranscendente pudiera, sin embargo, reflejar su carácter sagaz y mercantil frente a la candidez del prior de Cangas.

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