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Un hostelero de Moaña lleva dos meses para ampliar la potencia eléctrica de su local

Asegura que tiene que apagar la luz y el letrero para poder poner el lavavajillas

Marcelo Fernández Moreira, ayer en su local de hostelería en Moaña. // Gonzalo Núñez

Ya es difícil abrir un negocio en estos tiempos de crisis y más todavía si el papeleo burocrático se empecina en que las cosas no salgan adelante. Marcelo Fernández Moreira no se podía imaginar el calvario por el que iba a pasar cuando decidió alquilar un local de hostelería en Moaña y abrir su propio negocio de comidas en el que asegura que tiene de alta a cinco empleados. "La Suprema" abrió hace quince días detrás del Concello de Moaña.

Para poder poner el lavavajillas tiene que esperar a que todos lo clientes ya se hayan ido, apagar algunas luces y desconectar el letrero porque la potencia eléctrica del local no le llega para poder ponerlo a funcionar. Reconoce que este local era un antiguo establecimiento de hostelería pero al cerrar, el dueño decidió bajar la potencia al mínimo para no tener que pagar tanto en la factura. Marcelo Fernández no vio que fuera un problema y cuando lo alquiló realizó un cambio de titularidad y acudió a la compañía eléctrica para pedir un aumento de potencia.

Con la distribuidora

Han pasado dos meses y asegura que ya está a punto de tirar la toalla y de cerrar el negocio que con tantas ganas emprendió.

Asegura que en la oficina de Cangas realizó toda la tramitación para el cambio de potencia hasta el máximo que permite el boletín. Le dijeron que tenía que esperar pero lo vio normal, aunque la espera se fue alargando. A finales de septiembre empezó a reclamar una respuesta en la oficina comercializadora en Cangas y desde ésta le remitieron a la propia distribuidora en donde le dijeron que no tenían constancia de ningún cambio de potencia.

Sin apoyo del Consumidor

Sin respuesta ni de la comercializadora ni de la distribuidora, pese a haber presentado ya unas 10 reclamaciones por teléfono y otras dos por escrito, Marcelo Fernández decidió acudir a la Oficina del Consumidor en Cangas. Pero la respuesta que se encontró fue más allá de lo inimaginable: "Me dijeron que como empresario y como autónomo no tenía asesoramiento a a través de esta oficina y que acudiera a la central en Vigo".

Asegura sentirse indefenso y dice que ya no sabe qué hacer con la empresa eléctrica para que atiendan su reclamación de aumento de potencia en su negocio: "No se entiende que por un problema burocrático esté a punto de cerrar el negocio". Dice que muchas veces tiene que lavar a mano la loza y que ya tuvo que comprar aparatos de gas como una freidora y una plancha para cocinar, porque carece de electricidad suficiente como para poder enchufarlas y servir a sus clientes.

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