Miles de vecinos de Moaña subieron ayer al casco antiguo de la parroquia original del municipio, para disfrutar del día grande de las fiestas de San Martiño, las más concurridas del municipio. Ya desde antes del mediodía, y pese a que la verbena de la noche anterior no dejó mucho margen para la recuperación, los fieles y no tan fieles llenaban el atrio y, sobre todo, empezaban a llegar con cuentagotas a los furanchos tradicionales y las barras dispuestas bajo las carpas. Poco después ya casi era imposible encontrar un hueco en cada barra.

Mientras tanto, la misa solemne arrancaba con altavoces, con el templo románico lleno y con la actuación de los integrantes de la Coral San Pedro de Domaio, que se encargaron de cantar la misa.

La ceremonia religiosa se prolongó hasta las 13.30 horas. Destacó el parón que realizó el cura en su sermón para que, desde fuera, los músicos de la Banda Cultural de Ribadumia interpretasen el himno gallego.

Ya desde un par de horas antes de la misa solemne la música se había adueñado del entorno. Tanto la banda de Ribadumia como la banda local Airiños do Morrazo protagonizaron pasacalles por todo el entorno de la iglesia, llamando a los vecinos a acudir. También la charanga Moita Marcha puso la animación a la mañana.

Con el final de la misa el entorno estaba abarrotado y fue entonces cuando hicieron acto de aparición las imágenes religiosas. Primero los fieles sacaron de la iglesia la imagen de la Virxe do Carme. Le siguió la imagen del propio San Martiño.

Tras bajar las escaleras del atrio y seguidas por cientos de personas, las imágenes emprendieron el camino hacia el cruceiro barroco que anuncia la entrada al barrio.

Después de rodear el cruceiro y escoltados por la música de las dos bandas contratadas para la ocasión, la procesión regresó al atrio de la iglesia. Las imágenes rodearon todo el templo románico para regresar al templo y dar por finalizados los actos religiosos.

La fiesta continuaba centrada ya solo en el escenario más profano de los furanchos. En total, desde que el viernes 3 de noviembre abrieron sus puertas de forma oficial los furanchos y las barras dispuestas bajo las carpas, se pusieron a la venta cerca de 10.000 litros de vino de la nueva cosecha, según explican los furancheiros. La intención es agotar las reservas durante la jornada de hoy, que es cuando acaban las celebraciones.

El "Chiringuito San Martiño" es uno de los que más vino puso a la venta. Su responsable, Elvira Santiago, señala que iniciaron las fiestas con 1.400 litros de tinto de casa y unos 720 litros de blanco. Además, la gastronomía propia del otoño gallego es también un fuerte reclamo. "Esperamos agotar 300 kilos de churrasco, 150 kilos de costilla y 80 kilos de oreja", apunta.

En la gran carpa ubicada al lado de la antigua rectoral las cifras son algo más modestas, aunque sus responsables indican que ellos comenzaron con la venta este mismo viernes, con el comienzo de las verbenas con orquestas. "Queremos vender uns 200 litros de tinto e 100 litros de branco. O que máis vendemos de comida é a tortilla e a zorza", explican.

En las barras del atrio bajo señalan que lo fuerte comenzó precisamente el viernes. "Durante los días anteriores entre semana no hubo mucha gente". Eso sí, ayer por la mañana iniciaban un día grande "que será agotador". Desde la barra del "Chiringo Roca Viva", la joven Lucía Malvido explica que pusieron a la venta 200 litros de vino entre tinta femia y blanco, además de 90 litros de sidra natural. "Castañas, bocatas e empanadillas son o que máis nos piden para comer". Concluye.

A esto hay que añadir la proliferación de pulpeiros y de puestos de castañas asadas a lo largo de todo el entorno de las fiestas, así como puestos de dulces como el de un grupo de alumnas del IES A Paralaia.

Magosto

Por la tarde las actividades se retomaron a las 18.00 horas con dos conciertos de las bandas de música y con un magosto en el que no faltó el ritmo de gaitas.

La velada nocturna corrió a cargo de las orquestas Televisión y Pontevedra.

Además, muchos furancheiros se animaron a poner música en directo en los propios bajos. La madrugada del viernes para el sábado hubo incluso una concurrida jam session.