El "Manolito III" es uno de los barcos que forman parte de la flota del cerco de Bueu. Un día de este verano su tripulación estaba recogiendo el aparejo después de realizar un lance buscando "alcriques". En la red llegó la especie deseada... pero también unos invitados inesperados: un grupo de tiburones azules o tintoreras [ Prionace glauca]. Una situación llamativa tanto por el lugar en el que se produjo como por la cantidad de animales que subieron a bordo. "Estábamos en Os Maiores, muy cerca de la costa de Bueu, entre los dos polígonos de bateas. Subimos como unos 15 ejemplares, que devolvimos al mar. Alguna vez tienen subido uno o dos, pero nunca tantos en un solo lance", explica el armador del barco, Manuel Blanco.

En Galicia existe un grupo de investigación llamado Ecoloxía Azul, integrado por tres biólogos marinos, y que están realizando un seguimiento a los tiburones. Uno de sus integrantes es Gonzalo Mucientes, que ha trabajado para el Centro Tecnolóxico Mar (Cetmar) o el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). "Desde el año 2012 estamos detectando un aumento en el número de crías e individuos juveniles que se acercan a la costa y aún no sabemos bien el porqué", apunta. El tiburón azul [en gallego también conocido como quenlla, aunque este término es genérico para los escualos]es una especie pelágica y oceánica. Es decir, que vive en mar abierto y por tanto resulta de lo más inusual su presencia tan cerca de la costa. Los científicos han marcado ejemplares por fuera de Cíes, a unas 20 millas de distancia.

"Los que se han avistado en las rías son crías o individuos juveniles, con un tamaño de entre 50 y 80 centímetros, y la mayoría de las citas son del verano, entre junio y septiembre", explica Gonzalo Mucientes, que está realizando su tesis doctoral sobre otra especie de tiburón: el marrajo. En algunos casos se ha llegado a encontrar alguna de estas tintoreras [llamadas así porque desprenden una especie de tinta] atrapadas en las pozas que se forman en las playas al bajar la marea. "Es una especie que no es peligrosa, no es para nada agresiva. Se mueven sobre sí mismos [como se puede ver el video en farodevigo.es] pero nunca intentan morder", explica Mucientes.

Esto es extensible también a los adultos, aunque si llegan a sentirse amenazados podrían intentar morder. "Nosotros hemos buceado con ellos sin ningún tipo de problema", subraya. Hasta la fecha los que se han avistado en las rías son crías o juveniles. Se alimentan básicamente de potas, calamares, pequeños peces o alguna ave que se posa en la superficie del mar.

Los tiburones, en general, son de crecimiento lento, aunque las tintoreras suelen madurar un poco más rápido que el resto de su especie. "Los machos son maduros sexualmente cuando llegan a 1,80 metros y las hembras a los 2 metros. Pueden tardar entre seis u ocho años, mientras que un marrajo puede tardar el triple", ejemplifica el biólogo de Ecoloxía Azul.

Los científicos barajan varias teorías para intentar explicar su cercanía a la costa. A priori la más recurrente podría ser la del cambio climático, aunque no parece la más plausible. "Es una especie de distribución muy amplia y que puede vivir en aguas con un rango de temperaturas muy amplio, desde 12º hasta muy por encima de los 20º", apunta Mucientes. Una de las posibilidades que se maneja es que se deba a reclutamientos masivos. "Puede ser que las hembras hayan dado a luz muchas crías. La alta densidad de población podría empujarlas hacia la costa en busca de alimento", apunta como posible teoría Gonzalo Mucientes.

Desde Ecoloxía Azul invitan a las personas o marineros que se encuentren con algún ejemplar a ponerse en contacto con el grupo. Pueden escribir al correo electrónico ecologia.azul@gmail.com, al Facebook blueecology o la cuenta de Twitter @ecologiaazul e indicar la fecha, la hora y la posición en la que fueron localizados.

Curiosamente a la flota pesquera le está causando más perjuicios otra especie que no tiene fama de peligrosa: los arroaces. Esta misma semana el "Manolito III" se quedó sin uno de sus aparejos de pesca por culpa de un "ataque" de estos mamíferos. "Estábamos trabajando al bocarte y una gran cantidad de pescado se quedó mallado [enganchado] en la red. Al quedarse atrapados empiezan a moverse mucho para liberarse y llaman la atención de los arroaces", explica Manuel Blanco. Asegura que de repente se vieron rodeados por un grupo de una docena de esos mamíferos, que intentaron comer parte de la pesca, con lo que rompieron la red por numerosos sitios. "Quedó inservible; estás hablando de una pérdida superior a los 1.000 euros", asegura.

Una impresión que corroboran más armadores. "Se nota que hay más poblaciones de arroaces en las rías. Son muy bonitos para ver de ocio, pero cuando estás trabajando son un perjuicio", sentencian.