El propio Alfonso Fernández reconoce que Xoán Piñeiro no necesitaba este trabajo para mejorar el conocimiento y la valoración de su arte "porque tiene suficiente literatura y una Fundación bien llevada para que perviva entre nosotros su recuerdo", pero el párroco de O Hío, que es cura castrense jubilado y doctor en Historia y Arte por la Universidad de Sevilla, asegura que "necesitábamos de su presencia y su discurso para sentir, también, lo que es el arte a través de las consideraciones que la obra de Piñeiro proporciona". Así comienza la presentación del trabajo que Alfonso Fernández realizó a lo largo de los dos últimos años sobre la figura humana y artística de Xoán Piñeiro (Nerga-O Hío, 1920-Porriño, 1980) y que se recoge, como un monográfico, en la segunda edición de la revista Arte Morrazo que edita la Asociación Cultural San Andrés de O Hío con la colaboración del artista local y presidente de la Fundación Casa Museo A Mangallona de Cangas, Camilo Camaño.

La revista, con una tirada de 750 ejemplares y de distribución gratuita, se presenta este viernes en el salón de plenos del Concello de Cangas, a las 20:00 horas, en un acto en el que está previsto contar con miembros de la familia del artista, como su hija Cuqui Piñeiro, directora de la Fundación que gestiona el legado de su padre; y su viuda Carmiña Álvarez, que dedica en esta revista, a petición del propio Alfonso Fernández, una semblanza sobre su marido: "Vou falar dunha persoa coa que convivin case 25 anos. Soamente faltaban 22 días para que se cumpliran. Estaba todo ilusionado en celebrar as vodas de prata con gaitas e xuntar a familia. Xoán disfrutaba moitísimo en xuntanzas coas súas amistades tanto que fora no taller como na casa ou outros sitios..." Carmiña Álvarez recuerda cómo a su marido le gustaba meterse en el estudio de Goián, darle curso a su pasión: la creatividad; o cómo le gustaba contemplar la naturaleza, hasta en Madrid en donde recogió una piedra en la Casa de Campo, un mármol de carrara, con el que después en Goián, realizó un retrato suyo.

Alfonso Fernández comienza la singladura del artista con una frase suya: "Estimo que no es suficiente en Escultura saber dibujar o modelar; es necesario estudiar el espíritu humano, dar alma a la figura, intuir la sicología".

A lo largo de las 89 páginas de la revista, el autor hace un repaso de los estilos del artista a través de dos décadas: "Lo que intenté con esta investigación es situar la obra en el tiempo. Me centré en la obra que hacía en el taller, la que él creaba: marineros, maternidades, folclore gallego... Era obra hecha primero en granito y después en bronce". Xoán Piñeiro vivió de su arte, creaba, pero también realizaba muchos retratos por encargo. Sus dos hijas reconocen que pudieron estudiar gracias a las cabezas de su padre, a lo bustos de los encargos que tenía.

Xoán Piñeiro nació en Nerga, en O Hío, en 1920, y falleció en 1980 en un accidente de tráfico en Porriño cuando regresaba a su casa y taller en Goián, en Tomiño, de donde es su viuda. En 1944 ingresó en la Escuela de Artes y oficios de Vigo y 3 años después obtuvo su primer premio a través de un concurso de la obra sindical de artesanía con una talla en madera de San Telmo. Se fue para Santander con una beca del Concello de Cangas para ampliar estudios en la Escuela Taller de Talla e Imaginería. En 1948 obtiene una beca para irse a Madrid y compatibiliza estudios entre la Escuela de Artes y Oficios de Vallecas y la Facultad de Bellas Artes de San Fernando. En 1949 participa en la Exposición Nacional Salón de Otoño de Madrid y un año después monta un taller en Vallecas. Con la obra "Meus país" obtiene un premio como becario en la Exposición Salón Otoño. Continúa logrando becas, como en 1952, otra de la Diputación de Pontevedra e inicia un peregrinaje artístico por la península para conocer la tradición escultórica española. Un año después obtiene una bolsa de viaje para ampliar estudios y se va a Francia e Italia en compañía del pintor Xavier Pousa.

En 1956 obtiene la 1ª Medalla y premio extraordinario de Madrid con la obra "Expiación". En el año 1962 regresa de Madrid a Galicia, se asienta en Vigo y en 1965 monta su taller definitivo en Goián. Sigue exponiendo en Madrid, Vigo, Pontevedra, A Coruña, Santiago, por otras localidades gallegas, Valladolid, Portugal...y participando en bienales, colectivas, mostras y antológicas. Su obra está en el Museo Massó de Bueu, en la colección de Afundación, Museo do Pobo Galego, Quiñones de León, Bello Piñeiro de Ferrol, Provincial de Pontevedra, Lugo, Museo Nacional de Guinea Ecuatorial, de Bellas Artes de A Coruña y forma parte de la colección del Consorcio de la Zona Franca.

Mucha de su obra está en iglesias. Eran encargos como el gran Cristo de piedra de la fachada de la iglesia de San José Obrero, en Vigo, de la década de los 60; o "La cena" en piedra en la de los Apóstoles, en esta misma ciudad, en donde tiene una plaza con su nombre en López Mora, en el barrio de Traviesas. En Cangas, una escultura suya adorna los jardines de la alameda vella bajo el título de "A volta do mar", aunque es conocida popularmente como "A estatua da fame".

Alfonso Fernández destaca del artista en los años sesenta sus maternidades; la persona humana impulsaba sus creaciones en piedra, realiza los retratos por encargo incluso acomete autorretratos. De esta época, el autor analiza obras como "A nena", "Retrato de Carmiña", "Retrato de Cuqui Piñeiro", "Mis padres", "Oración", "Plañidera", "Llorona", "Beata", "Foliada de niños", "Madre", en piedra; "Madre jugando con el hijo", en bronce; "Desnuda acostada" y "Cena" en donde, a criterio del autor, "fija en un instante la historia de una traición. Magnífico". Alfonso Fernández selecciona veinte obras de Piñeiro en la década de los 7., que constituyen un grupo bastante homogéneo partiendo siempre de la figura humana pero con una tendencia a la simplificación. de esta época son "Madre e hijo cubiertos con manto", "Madre llevando a un hijo", "Caminante", "Bailando", o "Jugadores".