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La explotación ganadera de Meira logra criar los primeros 68 cabritos nacidos en la comarca

Los comuneros vendieron las primeras 32 cabezas, todas ellas son machos -En tres años esperan alcanzar los 350 ejemplares -En verano tendrán un segundo cierre en Chan da Arada

Directivos de la Xunta de Montes, con el refugio de madera. // G. Núñez

La explotación ganadera, pionera en la comarca, que iniciaron los comuneros de Meira en los montes de esta parroquia moañesa en septiembre de 2016 arrancó entonces con 100 cabras de raza gallega que habían adquirido. En este tiempo han logrado reproducir a buena parte de los ejemplares y entre abril y junio nacieron 68 cabritos. Todos ellos consiguieron sobrevivir, en parte gracia al cuidado extremo que tienen los comuneros y los dos operarios de su cuadrilla, que hacen labores de pastoreo.

Los machos se venden a empresas cárnicas. Solo quedan por vender 10 de los 32 machos que nacieron en la primera camada. Las hembras se incorporan directamente a la cabaña. El objetivo, a este ritmo de crecimiento, es criar a 350 cabras en solo tres años. Sería a partir de entonces cuando toda la inversión realizada comience a dar beneficios económicos. De momento, los machos vendidos supusieron unos ingresos de unos 3.000 euros, muy inferiores a una inversión pionera que, además de los ejemplares y de un cerco de unas 15 hectáreas, implicó la construcción de un refugio de madera finalizado en abril y con unas dimensiones de 33 metros de largo por 12 metros de ancho.

Con una limpieza llamativa en el refugio, cuentan con la ayuda de tres perros: dos mastines de guardia y vigilancia -llamados "Moreno" y "Mila"- y un border collie que se encarga de conducir a las cabras, llamado "Pastor".

El presidente de la junta de Montes, Javier Fernández, explica que la apuesta les da ya beneficios, más allá del económico. "Las cabras nos permiten tener limpio un radio de dos kilómetros desde el refugio de Casa dos Parentes. Eso supone también un ahorro en gasolina y tiempo", indica.

Cada mañana, sobre las 8.00 horas, los pastores entran en el refugio, limpian las instalaciones y sacan al rebaño a pastar por el monte. Por la tarde las cabras se quedan en el cerco y en cuanto oscurece vuelven a cerrarlas en el refugio. La alimentación de los más pequeños, además de la leche materna y en algunos casos incluso con biberón, se suplementa con cereales como el trigo, la cebada, el centeno y el maíz. Las cabras preñadas son cuidadas con mayor celo y además del pasto se completa con cereales su alimentación durante varios meses. Y es que el trato a los animales es una de las características que los comuneros de Meira quieren que distinga a su explotación ganadera.

Otro aspecto positivo que sacan es el del abono, con el que abastecen gratis a muchos vecinos con terrenos agrícolas. No se explorará de momento la comercialización de leche "porque sería necesario otro tipo de especie", advierten desde la junta directiva.

Segunda área

La junta de montes puso en marcha esta explotación sin el apoyo de ninguna administración. De hecho, en los próximos meses esperan la primera ayuda pública, que llegará del Distrito de Medio Rural. Construirá un segundo cerco de 12 hectáreas por encima de Chan de Arada, cerca de las antenas de Monte Faro. Allí se trasladarán las cabras en verano.

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