Familiares, amigos, compañeros de profesión, políticos y vecinos se dieron cita ayer en el casco viejo de Cangas para rendir homenaje a José Chapela, "Chimé", primer alcalde democrático del municipio tras la dictadura franquista, fallecido hace un año. Lo hicieron apelando a sus recuerdos en una Rúa Cega en la que vivió y trabajó y a los sones de la música cubana que tantas veces lo acompañó a lo largo de su vida. Unas doscientas personas desafiaron al sol de justicia para honrar la figura de un hombre que, al igual que el gobierno que dirigió, "deixou pegada", tal y como manifestó el alcalde cangués, Xosé Manuel Pazos, en su discurso.

Las inmediaciones de la Rúa Cega se convirtieron por unos momentos en una pequeña La Habana con la música del archipiélago cubano como telón de fondo y el relato de diferentes aspectos de la vida de Chimé y su relación con el país latinoamericano. Luego, familiares colocaron unas flores en el pequeño escenario que poco después ocuparía Pazos para dar lectura al discurso institucional. Lo hizo arrancando con una de las frases típicas del exregidor, "Cangas non é Nova York", que sirvió para deslizar una mínima semblanza de la faceta política de quien fue "o primeiro alcalde da democracia, pero despois da República, despois da ominosa dictadura".

Pazos recordó las dificultades para poder acceder al poder de un Partido Comunista "que pelexou duramente na dictadura e que despois viuse recompensado coa primeira Alcaldía democrática de Cangas", una gesta que se logró, "gracias ó Bloque Nacionalista Galego e Unidade Galega nun goberno de coalición que deixou pegada". Y añadió su deseo de que "nestes momentos saibamos estar á metade da altura do que estivo ese goberno municipal" antes de cerrar su intervención con un "Viva a República e viva Pepe Chapela".

Uno de los momentos de la jornada llegó con el respetuoso minuto de silencio guardado por todos los presentes, alguno de ellos con la emoción a flor de piel, que preludió una nueva canción dedicada por otro de sus amigos músicos cubanos, en esta ocasión Pedrito Calvo. Rafael Barreiro, uno de sus amigos e impulsores de la iniciativa, tomó la palabra para echar mano de más de un recuerdo en común y otro de ellos, José Pedro Riól, fue el encargado de descubrir la placa entre los aplausos de los asistentes al acto. La Rúa Cega, testigo de buena parte de vida tanto personal como profesional, es, desde ya y para siempre, la Rúa Alcalde Pepe Chapela.

Otras 80 personas compartieron mesa y mantel en un céntrico restaurante del municipio para extender el homenaje a Chimé.