José Manuel Parcero Santos estaba convencido de que el que fuera durante tanto tiempo su profesor en Tirán había muerto. Cierto es que algunos compañeros habían dicho que alguna vez le vieron pasear por Pontevedra, pero siempre fue escéptico. Hasta que hace poco fue él quien se lo encontró. José Paz Ameijeiras había dejado en José Manuel Parcero profunda huella y siempre lo recordaba como alguien que cambió su vida, que ayudó a muchos jóvenes de Tirán a estudiar, porque fue él quien les abrió del mundo de las becas, algo que desconocían por completo.

El viejo profesor cumplió este año 90 años de edad y 50 del día que llegó a Tirán para hacerse cargo de la vieja escuela unitaria de esta parroquia moañesa. En aquel momento la vieja escuela se vestía con harapos y cartones, la educación estaba en manos de academias privadas y se miraba con recelo la escuela pública.

José Paz Ameijeiras llegó a Tirán después de iniciar su carrera en Palencia y en la cuenca minera de León, muy cerca de Villablino. Aunque su familia era de Cuntis, la emigración de su padres a América hizo que su madre se fuera a A Guardia a residir a casa de un familiar que era cura. Su padre no tardó en regresar de las Américas y la familia se asentó definitivamente en A Guarda, donde nació José Paz. Esa querencia por el mar fue la que lo trajo Tirán, pueblo que ya era famoso entonces por las traineras. Relata José Manuel Parcero que cuando el nuevo maestro llegó a la escuela de Tirán el inmueble estaba totalmente abandonado, con cartones por cristales en las ventanas. Fue él quien luchó por el decoro de la escuela pública, pero si destaca por algo, según apunta José Manuel Parcero, es por descubrir el mundo de las becas. "Nuestros padres no sabían ni que existían. Fue él quien nos informó de ellas, quien cubría los impresos y quien nos acompañaba a un examen de acreditación que había que hacer en Vigo", apunta Parcero. Recuerda como se empeñó en la construcción del grupo escolar, como buscó con los vecinos unos terrenos apropiados para poner a disposición de la administración. Pero pudo gozar poco tiempo del nuevo centro de enseñanza, según comenta Parcero, al final de etapa en Tirán tuvo algún enfrentamiento con los padres y optó por marchar a Pontevedra, donde se jubiló al poco tiempo.

José Paz Ameijeiras era un profesor de la vieja escuela. La disciplina y el castigo corporal que infringía con la vara de mimbre a la que había bautizado con el nombre de la Celestina. Nadie se acuerda tanto de aquello como el veterano navalleiro de Cangas José Luis Colón, que el sábado se reencontró con el profesor en el homenaje que un grupo de 29 alumnos le realizaron. "A tí te tengo que dar un abrazo fuerte" manifestó José Paz cuando lo reconoció. "Aínda que sexa para compensar", replicó el marinero. Y juntos se fundieron en un gran abrazo.

José Manuel Parcero afirma que no se puede extrapolar aquella época con la de ahora. Recuerda que en aquel entonces los padres animaban a los maestros a aplicarles el castigo físico a sus hijos, algo que hoy es impensable. Pero dice que no hay que quedarse con esto, que no deja de ser una anécdota, porque José Paz Ameijeiras preparó para la vida a varias generaciones, muchas representadas el sábado en la comida de homenaje.