Competir por las medallas, que se repartían a los tres primeros de cada categoría, e incluso por batir marcas era uno de los objetivos del medio millar de alumnos que participaron en la 37ª edición de la Olimpíada Escolar de Moaña.

Pero, más allá del carácter deportivo, la jornada del sábado se convirtió en un ejemplo de convivencia. Estudiantes de distintos colegios se conocieron, compartieron momentos como la hora de la comida e incluso disfrutaron juntos de la playa de A Xunqueira. Y es que el intenso calor obligaba a darse un chapuzón entre prueba y prueba.

La organización activó los aspersores durante varios momentos tanto para refrescar las pistas como para que los pequeños se remojasen.

Pese al intenso bochorno, la prueba concluyó sin ningún incidente para los niños.