El arquitecto César Portela y su hijo Sergio, así como el escritor y político Xosé Manuel Méndez Ferrín, estuvieron presentes en el tanatorio donde se instaló la capilla ardiente del prolífico escultor Manuel Coia, que falleció el lunes a las 11.00 horas en el hospital de Povisa, a los 84 años de edad, como consecuencia de una insuficiencia cardiaca. Fueron numerosos las personas que acudieron a dar el pésame a la familia de Manuel Coia, menos de los que después se acercaron a la Iglesia parroquial de O Hío, donde se celebró un funeral oficiado por el cura Eduardo Mallo y el párroco y amigo del escultor, Alfonso Fernández.

Mientras se rezaba dentro de la iglesia, en el atrio el artista local Camilo Camaño mostraba detalles escultóricos del Cruceiro de O Hío, del maestro Cerviño. Hay que tener en cuenta que Manuel Coia fue el encargado de restaurar la Magdalena, Adán y Eva y los brazos de Adán en el emblemático cruceiro.

Al lado de Camillo Camaño, el alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, y un poco más allá el concejal de Educación, Xosé Carlos Chillón, que departían con vecinos que habían acudido al funeral. El concejal del Partido Popular y vecino de O Hío, Pío Millán, estuvo dentro del templo, así como muchos vecinos de Nerga.

El escultor Manuel Coia era un hombre poco amigo de estos actos y no se consideraba un hombre religioso. Su genialidad y su genio chocaban con estas costumbres. Tras el funeral, el féretro con el cuerpo fue trasladado de nuevo al coche fúnebre, presidiendo la comitiva la familia del escultor. El cuerpo sin vida del genial escultor partía hacia Vigo, donde iba a ser incinerado, según dejó mandado.

Manuel Coia fue un artista reconocido en Cangas, aunque él siempre consideró que sus obras debería tener el reconocimiento del Récord Guinness, "porque no hay una sola persona que pase por delante de la Gamela o del Galeón y no se pare a admirarlas y sacarles una foto", mantenía el escultor cuando le encomendaron ser el pregonero del Cristo de Cangas.