Los apicultores de la comarca están saturados con la plaga de la avispa velutina, y el trabajo que iniciaron el año pasado, de colaboración para ayudar a salvar sus colmenas, se ha convertido en algo "inhumano" y el poco tiempo libre que tienen, están dedicados a atender las llamadas de particulares, a través del 112 y de los concellos, para retirar nidos. Tal es el grado de saturación que el portavoz de la delegación de la Asociación de Apicultores de Galicia en O Morrazo -DAGA- José María Bello, asegura que están valorando dejar de retirar nidos a los concellos si no hay más implicación de las administraciones. Dicen que no quieren dinero, sino cambiar una situación "porque nuestro trabajo no es actuar como equipos de emergencia ni de control de plagas", como están haciendo ahora. Insiste en que si trabajan contra la velutina es para "cuidar nuestras abejas", señala Bello.

Tras una tregua el mes pasado, los nidos de avispa velutina han vuelto a aparecer de forma masiva. Bello manifiesta que esta última semana han recibido avisos para retirar al menos ocho nidos. Uno de ellos fue a 50 metros del colegio de San Roque en Cangas, en un camelio de una casa; otro también fue retirado de un muro en Tirán; y en A Marrúa-Sabaceda colgado de un alero en el tejado de una vivienda. En Pinténs, en Cangas, fueron alertados de otro nido en un frutal en una finca y también fueron retirados dos en un anexo al lado del parque infantil del colegio Pondal de Cangas.

El portavoz de los apicultores señala que a finales de este mes de junio quedarán instaladas 10 trampas del modelo diseñado por el navarro Ernesto Astiz, que estuvo hace dos meses en la comarca, impartiendo también un taller en el Instituto A Paralaia, en donde los alumnos del ciclo de Metal, están colaborando con la construcción de estas trampas.

Bello asegura que este instituto es ejemplar en cuanto a la actitud y concienciación frente a la problemática de la velutina, gracias al trabajo del jefe del departamento de Tecnología, Francisco Ogando; y de su director, Ramón Eixo. No puede decir lo mismo de otros centros educativos a los que se pidió colaborar con campañas de trampeo con los niños.