Las obras del campo de fútbol de O Morrazo y las futuras de la urbanización de O Viso son las última armas elegidas por el grupo municipal del Partido Popular para hacer frente al gobierno local. Gobierno y oposición recurrieron a la "herencia recibida" y el PP no sólo realizó malabares con los citados proyectos, sino que hizo juegos de magia a los David Coperfield.

Este grupo municipal hizo aparecer un CD donde dice que aparecía toda la documentación relacionada con la obra de urbanización O Viso-Iglesario, aunque reconoció que no había proyecto de ejecución, solo memoria valorada. Mientras el gobierno local quedaba perplejo con la aparición del CD, tras casi dos años buscando en el Concello de Cangas y en la Diputación de Pontevedra algo más que un levantamiento topográfico, el PP hablaba de inoperancia y aseguraba que los vecinos sí lo tenían, algo que puso de los nervios a la concejala de Obras y Servicios, Mercedes Giráldez, harta de hablar con los vecinos sin que nadie le indicase la existencia de ese famoso CD, por lo que consideraba muy grave lo que estaba sucediendo.

El alcalde Xosé Manuel Pazos ofreció al PP la posibilidad de consensuar la moción popular con una enmienda de sustitución en la que se instaba a la Diputación a garantizar la inversión prevista en el convenio de 1050.000 euros y que si no llegaba ese dinero para realizar la obra se destinara más terminarla. Lo que no pudo dar Mercedes Giráldez ni el alcalde Xosé Manuel Pazos fueron plazos para el inicio de la obra, pero sí se comprometieron a que se realizaría.

Respecto al empeño del PP de que la urbanización tuviera aceras por ambas márgenes, el gobierno dijo que los técnicos no lo consideraban conveniente porque la carretera es muy estrecha. El concejal socialista Alfredo Iglesias entró en el debate para manifestar que el PP se había embarcado en una campaña de acoso y derribo contra la Diputación de Pontevedra, porque algo similar a los de Cangas pasaba en otros municipios de la provincia.

Respecto a la moción del PP sobre el campo de fútbol de O Morrazo, que instaba a su terminación, los discursos fueron bastante repetidos, pero al comprobar los conservadores que ya se habían entregado las llaves del estadio al presidente del Alondras, Luis Guimeráns, el jueves, la estrategia popular se centró en sembrar la duda sobre la seguridad en el mismo, incluso se dudó de que existiese acta de recepción, hasta que Giráldez mostró que sí.

Ante la visión apocalíptica del PP, el gobierno local ofreció otra más realista: "Nin a nós nin ao Alondras nos complace como quedou". Ahí fue cuando se recurrió a la herencia recibida y se recordó el mal proyecto que había, que hubo que modificarlo varias veces, lo que obligó a eliminar cosas y a que el Concello tuviese que hacerse cargo del pago de otras, como de la caldera, la acera de acceso o aseos. Alfredo Iglesias recriminó en voz muy alta el elevado coste de la obra. "Hai que botarlle moito pulmón coa que está caendo".