Es por méritos propios el rey de Ons, el gran dominador de una prueba con solo cuatro años de vida, pero con un poder de atracción como pocas. El vigués Óscar Piñeiro consiguió su tercer título en la Volta Pedestre á Illa de Ons, una prueba que parece hecha a su medida y en la que ya suma tres entorchados. Tan solo se le escapó el primer puesto el año pasado, y quizás por ello marcó desde la salida un fuerte ritmo para acabar venciendo con autoridad y no dar lugar a posibles sorpresas. Piñeiro completó en una hora, 13 minutos y 14 segundos un recorrido de 20 kilómetros tan exigente en lo físico como hermoso por sus paisajes. La segunda plaza fue para el vencedor en 2016, el buenense Gustavo Caballero, que entró en meta con un tiempo de una hora, 14 minutos y 52 segundos. El podio lo completó Francisco Antonio Mallo, con una hora, 15 minutos y 36 segundos.

La categoría femenina estuvo más disputada, y se decidió por solo 19 segundos de diferencia. El título quedó en casa, ya que se impuso la buenense María Casaleiro con un tiempo de una hora, 28 minutos y 18 segundos, con la canguesa Leticia Vila en segunda posición con una hora, 28 minutos y 37 segundos. Mónica Touriño cerró la terna bastante más alejada, a ocho minutos y 19 segundos de la vencedora.

La otra triunfadora de la jornada, sin necesidad de pisar el podio, fue Belén Lemat, la elegida este año por el club organizador, el Corredoiras, para ser homenajeada en los momentos previos a la salida. La polifacética deportista -mediofondista, triatleta, maratoniana- recibió una figura de un faro de Ons y el reconocimiento de todos los presentes. En una jornada tan festiva hasta el tiempo acompañó. Si en la víspera los miembros de la organización habían sufrido las inclemencias meteorológicas mientras ajustaban los últimos detalles del circuito, ayer la lluvia dio tregua en "un día perfecto para correr, con únicamente algo de viento de espalda", como señalaron desde el Corredoiras.

Los casi 20 kilómetros de trazado -una vuelta y media a la isla- se hicieron más llevaderos para los cerca de 350 corredores (falló alguno a última hora) y para las 75 personas anotadas a la andaina de 10 kilómetros. Incluso los acompañantes, que se dieron cita en buen número, pudieron disfrutar del día, que, como no podía ser menos, acabó con una comida. Atrás había quedado un viaje en barco un tanto accidentado por el oleaje y el trabajo del Corredoiras, con siete voluntarios viernes y sábado y un despliegue de 25 ayer.