55 años trabajando en la fábrica de Massó, haciendo a pie cuatro veces al día el camino entre Cela y el centro de Bueu. Por eso, cuando a Consuelo Macenlle Durán le preguntan cuál es el secreto para llegar a sus 100 años responde con mucho sentido del humor: "Trabajar mucho...y muchas mojaduras". Mojaduras y carreras como las que tenía que hacer cuando sonaba el "grifo" de Massó llamando a las mujeres al trabajo una vez que llegaba barco con pescado. "A veces estaba trabajando en el monte en Chans, oía la señal y había que dejar lo que estabas haciendo para ir a la fábrica", recuerda a través de sus familiares.

Consuelo vive con una de sus nietas, Olga, en el lugar de Torrón y el domingo se reunirá toda la familia para celebrar sus 100 años. Tuvo dos hijos (uno ya fallecido), cinco nietos, seis bisnietos y ya cuenta con cuatro tataranietos. "Ella está perfectamente de cabeza, es capaz de leer sin gafas, enhebra una aguja... El único problema que tiene es que ha perdido algo de oído y necesita caminar con un andador porque hace unos años se rompió una cadera en una caída", cuenta su familia. De la buena memoria que posee le dio ayer una buena prueba al alcalde de Bueu, Félix Juncal, que acudió a su vivienda a entregarle un ramo de flores y a felicitarla en nombre de la corporación municipal. "Yo trabajé en la fábrica de Massó con tu abuela", le dijo.

Esta nueva centenaria empezó a trabajar desde muy joven. Primero en la conservera de Attilio cuando era apenas una niña. Luego en Massó, donde estuvo hasta que cumplió los 65 años y se pudo jubilar. Antes, a los 52 años, se había quedado viuda tras fallecer su marido.

La longevidad parece que le viene en la sangre porque algunos de sus hermanos llegaron a superar la barrera de los 90 años de edad. Para llegar a los 100 años también hay que darse de vez en cuando algún que otro capricho. "Ella come bastante y come de todo. Pero lo que más le gusta son los dulces", reconocen con una sonrisa de buen humor sus familiares.

El domingo seguro que podrá disfrutar de una buena y merecida porción de tarta, que no todos los días se cumple un siglo de vida.