Las excavaciones realizadas en Pescadoira durante el año 2000 revelaron que bajo la conservera de Alonso había otra especie de conservera mucho más antigua, fechada en los primeros siglos de nuestra era y en la etapa de la romanización. Uno de los hallazgos más impactantes fue encontrar un horno alfarero completo, un elemento en la que se cocían las ánforas que servían como "latas de conserva" de la época. A raíz de los estudios posteriores se ha podido determinar que en aquel taller, que funcionó probablemente entre los siglos II y IV después de Cristo, se fabricaban al menos dos tipos de ánfora. El Museo Massó reconstruyó un ejemplar de la primera tipología y ahora acaba de encargar a una empresa especializada la reconstrucción de la segunda.

El trabajo se realizará a partir de fragmentos originales localizados en Pescadoira durante los sondeos dirigidos por Ricardo Vicios Cué en 2000 (fallecido recientemente), unos trabajos previos a la posterior excavación encabezada por Fructuoso Díaz. Esos restos están depositados en el Museo Massó y ahora la empresa Tomos y la restauradora Marta Becerro Manso se encargarán de la reconstrucción y de volver a montar este particular puzle. Como es habitual en estos casos, a partir de las piezas originales de las que se dispone se fabrica un molde y luego se acometerá la reconstrucción propiamente dicha, en la que se debe distinguir claramente las partes originales y el material moderno. En este caso se cuenta con prácticamente toda la "cabeza" de la cerámica y con abundantes fragmentos del resto.

El arqueólogo e investigador de la Universidade de Vigo Adolfo Fernández es uno de los mayores conocedores de la producción de ánforas en Bueu y está a punto de publicar una nueva monografía al respecto. Se supone que aquel taller alfarero tenía que surtir a otros puntos de las rías gallegas y las dos clases de envases de los que se tienen constancia se han bautizado como ánfora San Martiño de Bueu tipo 1 y ánfora San Martiño de Bueu tipo 2. La primera era más pequeña, con una boca más estrecha y se supone que se utilizaba para trasladar salsas. La tipo 2 era más grande y se usaba para el transporte del pescado. "Trátase dun envase cilíndrico, de grandes dimensións, con asas que saen directamente da ánfora. O fondo sempre acaba en forma de pivote", explica en la próxima publicación. Ese pivote facilitaba su almacenaje y la tarea de agarrarla y levantarla a mano. Existe constancia de este mismo modelo en otros yacimientos, como en Santa Tegra.

Una de las curiosidades de este segundo tipo de ánfora es que una vez rellenada con la "salsamenta" y el pescado tenía que ser completamente sellada para la conservación de los alimentos y su transporte. ¿Cómo se abría y se retiraba el pescado? Muy fácil: rompiéndola, tal como si fuese una hucha.

En un reciente taller de trabajo que reunió en Vigo y Bueu a investigadores de varios países del Mediterráneo el profesor Darío Bernal, de la Universidad de Cádiz, apuntaba que existen indicios que apuntan que las ánforas que se fabricaban en el taller alfarero de Bueu llegaron incluso hasta el Palatino, en la propia ciudad de Roma y capital del Imperio. Esto se puede saber gracias al análisis y comparativa de los materiales cerámicos con los que se fabricaban y que se han hallado en las excavaciones.

Con la reconstrucción de un ejemplar del ánfora tipo 2 se pretende divulgar aún más y facilitar la comprensión de una parte fundamental de la historia de Bueu, una prueba de que el mundo de la conserva está en los genes de este municipio desde prácticamente sus orígenes y muchos siglos antes de que llegasen los fomentadores catalanes.

La reconstrucción del ánfora de la primera tipología se puede ver en la sala del Museo Massó dedicada al mundo de la conserva. Cuando la reconstrucción de la segunda esté completa se prevé hacer una presentación conjunta con la nueva publicación de Adolfo Fernández.

Una de las curiosidades que revelaron las excavaciones en Pescadoira es que las ánforas no eran la única "lata de conserva" que había en aquella época. La aparición de pesas de piedra revela que ya en aquel entonces se tenían que utilizar barriles de madera para almacenar el pescado y prensarlo. Un sistema que a pesar de ser tan rudimentario se siguió utilizando hasta fechas no tan lejanas.