La Guardia Civil se ha incautado de más de una tonelada de pepino de mar, conocido popularmente como carallo de mar, y ha desarticulado un entramado comercial dedicado a la compra, elaboración y exportación irregular de este recurso marino. Los presuntos responsables de esta red exportaban pepino que se capturaba ilegalmente en Portugal y luego lo incluían en la facturación de los cupos que se pescaban en la ría de Vigo. La mercancía ilegal fue localizada en una nave de la parroquia moañesa de Meira y se detuvo a una vecina de la localidad, B.V.E., de 27 años de edad, y se investiga a su pareja sentimental, H.E.A., de 30 años. A ambos se les acusa de sendos delitos de falsificación de documento mercantil y usurpación de estado civil, de los que se ha dado traslado a los Xulgados de Instrucción de Cangas. Según el Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), estas dos personas “gestionaban su actividad comercial con el nombre, e incluso con la firma, del titular de otra empresa que estaba habilitada para la importación y exportación de productos procedentes del mar”.

La captura de pepino de mar en aguas de Portugal está prohibida y en estos momentos Cangas es la única cofradía de la provincia de Pontevedra que cuenta con un plan autorizado para la extracción de esta especie. Los investigadores de la Guardia Civil apuntan que una vez que se desembarcaba el producto procedente de Portugal se mezclaba con las capturas legales de barcos de O Morrazo. A continuación se sometían a un determinado proceso de elaboración y finalmente se exportaba a Estados Unidos, paso previo a su posterior envío al mercado chino. Según el Seprona, el modus operandi de la organización “se basaba fundamentalmente en la considerable merma del peso, aproximadamente un 75%, que sufre el pepino de mar durante su proceso de elaboración”, al que necesariamente tiene que ser sometido para su comercialización.

Esas “pérdidas de peso” de las capturas legales en O Morrazo se compensaban luego con el pepino de mar procedente de Portugal, pero de tal manera que la mercancía que finalmente se exportaba iba amparada de manera presuntamente fraudulenta con la documentación y la facturación de las capturas de O Morrazo. Todo ello cuando en realidad “el 75% del producto era portugués”. La investigación de la Guardia Civil condujo a una nave emplazada en Meira y que está dedicada a la transformación de productos de pescado. Aquí se almacenaba y distribuía el pepino de mar después del proceso de evisceración, limpieza, salazón y congelación, entre otros.

Durante esta operación el Seprona contó con el apoyo técnico de los inspectores de Sanidade de la Xunta de Galicia y del Servicio de Control de Riesgos Industriales. La Guardia Civil realizó una “exhaustiva” inspección de la nave y como resultado de la misma se procedió a la inmovilización de 1.220 kilos de pepino de mar porque los responsables no pudieron acreditar el origen ni la trazabilidad del producto. En el marco de esta misma investigación y como consecuencia de la inspección que se realizó en la nave se detectaron otra serie de irregularidades, todas ellas denunciadas por vía administrativa y relacionadas con la normativa de residuos y vertidos, etiquetado de la mercancía, riesgos laborales, derechos de los trabajadores y la gestión de subproductos animales destinados al consumo humano (Sandach).

El pepino de mar es un producto muy apreciado en el mercado asiático por sus presuntas propiedades afrodisíacas y por su empleo en tratamientos médicos.