El párroco de Moaña y Tirán, José Luis Muñiz (Lores, Pontevedra) llegó a este municipio en octubre de 2013, procedente de Meis y con una trayectoria de buen pastor espiritual, como atestigua la hemeroteca con despedidas en Meis con gaiteiros y Amancio Prada cantando; o en una aldea de Jaén, en 1996, secuestrado por sus feligreses para que el obispo no le trasladara. Querían que siguiera "No se va. Le queremos como a nadie", manifestaba una feligresa. Consiguió que un médico pasara consulta, tramitó la apertura de una farmacia, que una entidad bancaria abriera una sucursal y animó a los vecinos a crear una cooperativa de aceite para fomentar trabajo. En Moaña ha conseguido retomar las obras del campanario para concluir la fachada de la iglesia del Carmen, que estaban paradas desde hace veinte años, y se retó a poner orden en el atrio, ocupado como aparcamiento público, lo que no gustó a quienes hacían uso y en cuatro ocasiones le robaron las cadenas del cierre.

Pero José Luis Muñiz está lejos todavía en Moaña de llegar a tales alabanzas, si se tiene en cuenta la nueva polémica que se ha abierto con las trabas para que las corales sigan realizando sus festivales en la iglesia del Carmen, como siempre hicieron desde hace veinte años, desde la época del párroco Marcelino Sánchez Somoza, que también marcó historia en Moaña.

Siguiendo la misma postura que su homólogo en Cangas, Severo Lobato, que impidió la celebración del concierto de San Cecilia en la excolegiata porque incluía un repertorio que no era religioso, el párroco de Moaña aseguró a los representantes de las corales que acudieron a su despacho para fijar el calendario de actuaciones de este año, que el Arzobispado impedía las actuaciones que no fueran religiosas., Esta postura desató el mismo malestar en las corales que a la Banda Bellas Artes de Cangas, en noviembre, cuando el párroco, Severo Lobato, impidió el concierto de Santa Cecilia en la excolegiata. Se rompía una tradición de muchos años, pero el párroco alegó que el repertorio no era religioso.

El cura de Moaña admite que los temas, sobre todo habaneras, de las agrupaciones corales, tienen en muchas ocasiones contenido "picante" con letras inapropiadas para interpretar dentro de una iglesia. Asegura que de todas, formas, lo que él había comunicado al representante de las corales que acudió a establecer las fechas para los conciertos, es que quien debía de dar el permiso es el Arzobispado y que él después elaboraría su informe en el que tendría en cuenta que Moaña carece de auditorio. No entiende que las corales hubieran recurrido a un medio de comunicación para mostrar primero su crítica y que, por esta razón, "excusan" ya de pedir la autorización porque con "la Iglesia no se juega".

Añade que hasta ahora ha estado permitiendo los conciertos dentro de la iglesia con lo que ello implica de gastos a mayores para la parroquia, de luz y de calefacción, además de uso de los servicios higiénicos, y lo que no entiende es que se hagan estas críticas públicas, cuando además no hubo esa prohibición como tal.

No esconde su opinión de que la Iglesia es un lugar sagrado, donde sólo se deben interpretar conciertos sacros y asegura que muchos feligreses están con él. Incluso ha recibido críticas por parte de algunos por haber permitido festivales con canciones fuera de tono.

José Luis Muñiz sigue las pautas dictadas por la Secretaría Diocesana de Música Sacra que cuando fue el conflicto con la Banda de Música de Cangas, felicitó a esta agrupación por contribuir a la difusión de la cultura musical, pero apelaba a la coherencia al entender que una iglesia es un lugar de culto, en donde sólo se puede interpretar música sacra o religiosa. Añadía que las bandas del país tienen un amplio repertorio de himnos y marchas procesionales, pero estaría fuera de lugar la interpretación de música profana (bandas sonoras, música popular, zarzuelas...) cuyo lugar más apropiado sería un auditorio, que en el caso de Cangas sí tiene.