"Mi padre lleva bailando esta danza muchos años y yo llevo unos cuantos en la lista de espera para bailar junto a él", señala Alejandra Dacosta, una estudiante universitaria de 18 años que acaba de terminar los exámenes y llegó justo a tiempo para realizar los cuatro ensayos de rigor. A su lado, José Manuel se muestra orgulloso y satisfecho de la experiencia compartida con su hija, que reconoce haber pasado "algo de frío" sobre el atrio, aunque tiene la intención de repetir si sus estudios se lo permiten.

Igual de contenta se confiesa Lara Martínez tras compartir danza con su padre, Julio, que lleva participando en esta ceremonia un cuarto de siglo. "Desde pequeña asistía a los ensayos y me hacía mucha ilusión convertirme en dama algún día", explica la joven, que, con solo 16 años, es la benjamina del grupo, aunque su intención es seguir cogiendo tablas. "La experiencia me gustó mucho; todo ha salido bien y me gustaría repetir", celebra.

Además de Alejandra y Lara, el día de San Sebastián de este año también será especialmente recordado por Laura García Bastón, de 18, y Juan Gregorio Otero, de 17, que se estrenaron en la danza y, aunque no fue compartida con sus padres, sí tienen una larga tradición familiar en torno a esta celebración. "É unha experiencia que sempre me chamou a atención e estou moi contenta de representar á miña parroquia e darlle continuidade a este tradición", señala Laura, cuya madre, tía y abuelo (este como dama, cuando el puesto estaba vedado a las mujeres), ya dejaron la huella familiar en este evento. También lo dejó el abuelo de Juan Gregorio, cuyas castañuelas recibió en herencia y que ayer debutó en la ancestral danza de San Sebastián, una meta que tenía desde pequeño y que superó "muy contento".