"La Península del Morrazo constituye una de las zonas más ricas y significativas dentro del contexto arqueológico gallego, debido a la existencia de una gran variedad de sitios arqueológicos de todas las épocas, entre los que podemos destacar petroglifos y asentamientos de la prehistoria reciente. Además, posee una gran tradición investigadora avalada por una serie de profesionales y aficionados que, desde hace un siglo, han elaborado un mapa de yacimientos de referencia".
Lo dicen Patricia Mañana y Yolanda Seoane en su trabajo sobre "Excavación, traslado y reubicación de los petroglifos afectados por obras públicas. La experiencia del Morrazo", elaborado con motivo de la construcción del Corredor, que obligó a la protección de esta riqueza arqueológica. Una las actuaciones se centró en Gondarán- Monte do Prado, en la parroquia canguesa de Coiro, donde se registraron, excavaron y trasladaron varios elementos aunque no se dejó constancia de la existencia de un petroglifo que algunos aficionados dicen haber localizado, aunque todavía no lo han comunicado oficialmente a las autoridades: "Quedou ao descuberto nuns días de moito vento que derrubaron algunha árbore e levantaron a vexetación, deixando ao descuberto este magnífico gravado", relata Ezequiel Martínez, que tiene una finca colindante con este zona arqueológica donde, asegura, ya jugaba de pequeño con frecuencia.
El petroglifo representa "unha serpe dentro de dous círculos concéntricos, con 13 coviñas no interior e outras diseminadas por toda a laxe", señala este aficionado, que cree que puede haber otras representaciones artísticas en el entorno, que anima a investigar, y destaca algunas peculiaridades del hallazgo, como el hecho de que no fuese detectado por los técnicos cuando se hizo el estudio de la zona para abrir el Corredor do Morrazo o que se trate "da única representación arqueolóxica dunha serpe en todo o municipio", aunque refiere otra similar en el entorno de la iglesia de Os Remedios, en el monte de Tirán (Moaña) que le da nombre.
El lugar donde se ubica el petroglifo, un montículo de grandes rocas en medio de una explanada encharcada próxima al regato Saíñas y al trazado del Corredor, ya fue explotado en su día como cantera para la construcción de casas o de postes para viñas, cuyas muescas forman parte de la orografía, aunque la vegetación contribuye a disimularlo. Martínez, como otros compañeros aficionados, cree que las autoridades deberían destinar más recursos a la investigación, protección y puesta en valor de estos bienes patrimoniales, aunque son poco optimistas al respecto. Se preguntan dónde están los grabados que fueron retirados para la construcción del Corredor con la promesa de que volverían al entorno y hacen un llamamiento para que no ocurra lo mismo con el castro de Montealegre, en Domaio, por cuya conservación in situ se moviliza un nutrido colectivo social.
