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Cangas 1860: Darbo y el naufragio del "María Teresa"

El velero bergantín gibraltareño, que transportaba harina de trigo, ron y aguardiente, fue arrastrado contra las rocas de cabo Balea

El bergantín fue arrastrado por el mal tiempo hasta las rocas de Punta Balea, en la imagen aérea. // R.G.

Lejos de conflictos bélicos y tras largos años de su historia, no es extraño que las costas gallegas guarden también en el seno de sus aguas numerosos pecios de buques hundidos casi siempre por causas naturales. Entre las Rías de Vigo y Aldán, para esta segunda mitad del siglo XIX, hemos hallado accidentes marítimos de embarcaciones cuyos restos descansan en el fondo de la costa Sur de nuestra Ría y estamos en condiciones de afirmar que el número de pecios es elevado en su parte Norte. Naufragios cuyas historias permanecen olvidadas entre los cientos de documentos como el que tratamos de exponer.

El naufragio

El María Teresa es un velero bergantín matrícula de Gibraltar que a bordo de sus bodegas transportaba además de barriles conteniendo harina de trigo, otros productos de ron y aguardiente. El bergantín gibraltareño venía a cubrir el déficit de producción cerealística de trigo que tradicionalmente Galicia padecía de tiempo inmemorial, todavía a las puertas del siglo XX.

Recogemos resumido lo que el notario de Cangas D. Manuel Martínez registra de aquel desafortunado naufragio acaecido al bergantín "María Teresa"

El 29 de octubre de 1880, víctima del mal tiempo, el bergantín María Teresa capitaneado por D. José Genaro, había" dado en los bajos de Borneira" ocasionándole graves averías al extremo de ser arrastrado por el fuerte oleaje, varado y casi deshecho contra "las rocas del cabo Balea" quedando esparcida casi la totalidad de los toneles de harina por las inmediaciones de las playas del Salgueirón y Balea. Afortunadamente no hubo que lamentar pérdidas humanas.

No tardaron los moradores de aquel lugar casi todos vecinos de Darbo en acudir en tromba a rapiñar y beneficiarse de aquel inesperado presente que tan generosamente se les ofrecía. Impulsados más por necesidad que por la codicia, aquel grupo de moradores tomaban apresuradamente todo lo que sus fuerzas les permitían; en definitiva, un generoso obsequio del mismísimo Neptuno. Cada familia se sirvió de aquel desastre poniéndolo rápidamente a buen recaudo en sus casas.

Lógicamente la noticia no tardó en llegar a Cangas. Como muy bien afirma el proverbio popular "la alegría del pobre dura muy poco". Y así es, cuando los de Darbo creían tener resuelto parte de su alimentación no solo del invierno sino garantizado el pan para todo el año, su gozo no tardaría en frustrarse al hacer acto de presencia las autoridades.

El arrendador de "impuestos y consumos" de la villa Domingo Eiroa Martínez no se demoró en personarse en aquellos lugares sembrado de barriles. Venía a hacerse cargo y poner orden a tan descontrolado pillaje de los restos del naufragio. Domingo Eiroa se hizo acompañar por fuerzas de orden público, "Carabineros, Cabo de Mar, alguacil municipal, notario y algunos paisanos". Otro personaje interesado, que no tardaría en comparecer, fue el Cónsul Inglés, representante de la colonia, asentado en Vigo.

El botín

Domingo Eiroa acompañado siempre de las autoridades, recorrieron detenidamente los lugares de Punta Balea tomando puntual nota de lo que hallaban sobre la costa así como los nombres de los vecinos que habían recogido parte del cargamento y, según su testimonio, únicamente lo habían "puesto a salvamento"

Sobre la playa de Balea el notario registra haber hallado "a salvo 36 pipas y 12 bocoyes" todos en buen estado, así "como 105 barriles de harina, 1 barril de alquitrán y 6 barriles más casi deshechos, pero con alguna harina dentro".

En Punta Balea, se anotan recogidas "5 pipas y 1 barril completamente vacíos". Señalaba el capitán del bergantín que las 5 pipas vacías habían estado llenas de "ron y caña y su fortaleza (graduación) era de 34º". Señala el notario que a continuación se encaminaron a visitar las casas de los siguientes moradores por haber hecho acopio de ciertos barriles. He aquí los señalizados, mejor diríamos los que "pillaron":

Angel Rodal dijo que había tomado solo 10 pipas; Luciano Fernández guardaba en su casa 7 pipas; Juan Barreiro "tomó a su cargo" nada menos que 39 pipas y 2 bocoyes. Se "visitó la casa" de Justo García Soliño, sólo se halló 1 pipa entera llena de harina. Acto seguido, se trasladaron "al muelle de Cangas y sobre él se hallaron 13 pipas y 11 barriles de harina", en este mismo lugar se registró la casa de Serafín Barreiro Graña y nos confesó haber recogido 6 pipas llenas y 1 barril de harina y dijo que lo tenía allí por mandado del Ayudante de Marina. En cuanto al resto de vecinos beneficiados por el pillaje fueron algunos más, señalando el notario la imposibilidad de conocerlos ni saberse su número.

Epílogo

El documento notarial nos pone de manifiesto que los "carcamanes gibraltareños" venían manteniendo un activo comercio, poco conocido, con esta parte de Galicia a lo largo del S.XIX. Conocían la falta de trigo y la importancia que este tenía, en una sociedad como la gallega, donde privaba el consumo del maíz, el pan de trigo era un bien escaso al extremo de considerarlo una golosina.

(1) El Oro de América Editorial EDAF, S.L. U. 2016

(2) Pescadores de Cangas nos han señalado del hallazgo de botijas de barro que tuve algunas entre mis manos, a mi juicio podían pertenecer a algún pecio del siglo XVI o anterior. Me señalaban que se extraían cuando faenaban a la altura de Monte Ferro.

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