"Me anoté al programa de compostaje comunitario básicamente por reciclar. Ni siquiera sabían que nos iban a repartir el sustrato. Vivimos en un piso y lo destinaremos a las macetas que tenemos con plantas", explicaba el vecino del barrio moañés de O Rosal, Felipe Veiga, ayer, mientras recogía con un cubo y una bolsa parte del compost generado tras cribar los restos orgánicos del primer mes de funcionamiento de un programa que arrancó en agosto.

El centro de compostaje, al igual que otros tantos en la provincia, fue instalado en Moaña por la Diputación en el marco del Programa Revitaliza. Ayer se convirtió en el primero, junto al de Salceda, que reparte el compost entre sus usuarios. En este municipio arrancó con poco más de 60 vecinos inscritos y en estos momentos son ya más de 110 los que aportan regularmente material orgánico, a los que se suman dos cafeterías de la zona. Todos ellos contribuyen a iniciar el camino de la reducción de las toneladas de basura que la comarca de O Morrazo envía a Sogama, y por cuyo tratamiento los concellos deben pagar elevadas facturas mensuales. Los primeros lotes de ayer se entregaron a 24 familias.

Responsables de la Diputación, del Concello y el maestro compostero destinado a la comarca, Agustín Vidal, retiraron los residuos orgánicos recogidos durante el primer mes en el que este centro compostero estuvo operativo.

Tras cribar durante alrededor de una hora, el maestro compostero extrajo más de 20 kilos de compost, que se repartió en bolsas de cartón entre los vecinos que acudieron a la cita. La mayor parte de ellos destinarán este sustrato a las macetas de casa en las que tienen plantas domésticas. Y es que el centro de compostaje de Moaña se ubicó en la Praza 25 de Xullo, en pleno barrio residencial de O Rosal, y la mayor parte de los vecinos adscritos al programa residen en pisos.

De cara a las próximas entregas de material orgánico, las personas integradas en el programa valoran cedérselo a familiares o amigos "con fincas, que puedan utilizarlo como fertilizante natural", señalan. Los residentes en el entorno de los composteros reconocen que, pese a las reticencias iniciales, no se generaron olores de ningún tipo, y se muestran satisfechos con el "control constante" que realiza el maestro compostero para oxigenar y aportar restos de podas y otro tipo de material estructurante que facilite la formación del compost. De hecho, los kilos de material orgánico que no pasaron por la criba de ayer se volverán a utilizar como estructurante. Los composteros comunitarios constan de tres módulos dobles. Los vecinos arojan su basura orgánica al primero de ellos y el maestro compostero aporta restos vegetales y oxigena el depósito cada poco tiempo. Aproximadamente cada cuatro semanas se traslada el material al módulo de descomposición secundaria, en donde se produce un oscurecimiento del material como consecuencia de los procesos bioxidativos. La temperatura aumenta hasta casi los 50 grados. Otras cuatro semanas después, se traslada al último módulo para la fase de maduración. Al tercer mes se retira y criba para extraer el compost que se empleará como fertilizante natural.