Cerca de 30 moañesas iniciaron esta semana las clases de defensa personal que el Concello puso en marcha con dos gimnasios de la villa. Con el objetivo de que las mujeres aprendan a defenderse en el caso de un intento de agresión machista, el ejecutivo local empezó con unas clases que se prolongarán a lo largo de todo el mes de noviembre y con una acogida por encima incluso de lo esperado. "El objetivo empieza porque las alumnas tomen conciencia del grave problema que supone la violencia machista. Después pretendemos que las mujeres sepan cómo actuar en caso de que sufran un intento de agresión, de esa forma también aumentará su autoestima", explica José Loren, el instructor de Defensa Personal del Club Taekwondo Patiño.

La decena de vecinas que participan en la clase del miércoles por la mañana -entre las que se encuentra la edil de Muller, María Ortega- practicaban técnicas como el agarre de muñeca o el agarre de pecho para neutralizar a un agresor. El monitor señala que se habrá logrado el objetivo si salen capacitadas para actuar ante situaciones desagradables de este tipo. "Aprenderán a luxar y doblar articulaciones de los agresores así como a caerse sin hacerse daño en caso de que sean empujadas. También aprenderán a golpear con técnicas de piernas y brazos y a colocar el cuerpo correctamente para minimizar un impacto", señala.

El otro grupo recibe las clases por el Clube de Taekwondo Hebe en Quintela y un tercio de las alumnas son estudiantes de ESO y Bachillerato, que se anotaron en el grupo de adolescentes. "Temos rexistrado algún caso de violencia machista entre menores en Moaña, por iso son importantes estas clases", apunta María Ortega.

De hecho, buena parte de las inscritas en las clases para adultas son madres y aseguran que enseñarán estas técnicas de defensa a sus hijas. María Iglesias, de 41 años, es un ejemplo de ello. "Es la primera vez que acudo a clases de defensa personal. Tengo dos hijas que ahora tienen 8 y 10 años y en un tiempo les enseñaré estas técnicas", explica esta moañesa.

Criada en Madrid, María Iglesias relata que sí sufrió intentos de agresión por parte de hombres. "Antes llevaba un spray de pimienta, que tuve que usar una vez en el metro de Madrid. En otra ocasión un hombre me intentó agarrar en mitad de la céntrica calle Serrano", rememora. Estas y otras situaciones le llevaron a dar el paso de anotarse en estas clases. "Intento que no me dé miedo enfrentarme a un agresor y saber cómo reaccionar en caso de peligro", concluye.

Cristina Martín, de 42 años, se anotó "sobre todo por hacer deporte. Hice judo hace años y siempre me gustaron las artes marciales. Mis hijos vienen a este gimnasio a taekwondo", explica. Pone en valor que además de aprender técnicas de defensa "el monitor nos explica los perfiles de los agresores y lo que piensa un hombre cuando intenta atacarnos".

Por su parte Adriana Calvar, de 38 años, vivió varias "situaciones incómodas" en su vida. Como agarrones o tener que acelerar el paso "para llegar al coche rápido al sentir que me perseguían". Asegura que ganará en confianza con estas clases "pero nunca voy a perder la prudencia que siempre tuve, que me hace evitar callejones y sitios que parecen peligrosos". También enseñará estas técnicas a su hija "que no se pudo anotar porque tiene 11 años".