El propietario de la vivienda de Gandón y su pareja prefieren mantener el anonimato, aunque está convencido de que los ladrones pensaron que entraban en una casa donde en esos momentos no había nadie. El sábado, ya por la noche, había llegado a casa más temprano de lo acostumbrado. Una operación en la boca le había dejado bastante dolorido y optó por acostarse pronto. A las 21.00 horas ya estaba en cama recuperándose del dolor, cuando la costumbre era que regresara a la vivienda a las 24.00 horas. Poco después escuchó la alarma. Salió de la habitación donde estaba con su pareja y se encontró con los ladrones en el pasillo. Todo fue muy rápido. Los ladrones utilizaron su cuerpo para apoyarse en una puerta e impedir que el propietario de la vivienda los alcanzara (ahí fue donde los escuchó hablar por primera vez). Hubo un momento de forcejeo tras el cual tuvo lugar una carrera a la fuga por 3.000 metros cuadrados de finca hasta saltar el muro de cierre, donde les esperaba un vehículo con una persona dentro. Mientras se escapaban también se les oía hablar en su idioma. El propietario no tiene dudas: eran rumanos. Destaca el hecho de que no tuvieran miedo alguno a la alarma, conscientes de que tenían un tiempo para hacerse con un pequeño botín si actuaban con rapidez.

Pero está convencido de que la banda criminal entró en su casa convencida de que no había nadie. Sostiene que en días anteriores estudiaron sus hábitos de entrada y salida y que solo un cúmulo de circunstancias hizo que él estuviese en casa con su pareja y que diera la impresión de que no había nadie en su interior. Las luces del jardín se habían desprogramado con el cambio horario y las luces del interior de la casa estaban apagadas. También afirma que tenían claro su objetivo: el dormitorio, al que fueron directamente tras asaltar la casa por una ventana. De nada valió la alarma ni las dobles ventanas. Ese sentimiento de desprotección provocó que el sueño se vea alterado. Ya trabajan en mejorar la seguridad de la vivienda para que su familia, ahora presa del pánico, esté más tranquila. Ayer por la tarde acudió a visionar unas imágenes de video al cuartel de la Guardia Civil de Cangas por si identificaba a los que intentaron entrar en su casa de Gandón.

En el barrio de Piñeiro sí que los ladrones consiguieron su propósito: un pequeño botín de joyas, dinero y un aparato informático. Aquí no estaba nadie en la casa, donde reside un matrimonio mayor.

Pero no es la primera vez que los rumanos cercan Gandón y Piñeiro. Comenta Manuela Novas que en octubre del año pasado entraron en su vivienda y en la de la vecina de en frente. Recuerda el estropicio que hicieron en su casa y que se llevaron una medalla de su marido, que había fallecido hace cinco años, y una gargantilla de su hija. Manuel Novas tampoco tiene dudas. "Ninguén mo quita da cabeza que a mín e a miña veciña nos estiveron vixiando durante días, que sabían cando estabamos e cando non na casa. Doutra forma non se explica que souperan que había unha escaleira no sótano, que foi a que utilizaron para entrar. Non recuperamos nada. A miña veciña díxome un día que colleran unha banda rumana en Ourense e fomos a Garda Civil de Cangas por si recuperaran algo do noso, pero nada". Comenta Manuela Novas que a su vecina le hicieron un estropicio mayor que a ella en la vivienda. Le rompieron puertas, persianas y ventanas y se llevaron joyas de importante valor. También relata que en esas mismas fechas de hace un año entraron en otra vivienda de Gandón, que lograron hacerse con un joyero que había en el dormitorio mientras la propietaria de la vivienda se duchaba. "Non sei que imos facer. Vivo aquí dende o ano 1979 e hata o ano pasado nunca pasara nada. Nunca tiven medo e eso que quedaba sola con meus fillos porque meu marido traballaba no mar. Esto agora é unha epidemia, un ano tras outro", manifiesta.