No hizo falta cortar ninguna cinta ni foto oficial. Los vecinos del centro de Bueu, después de la charla del lunes a pie de compostero, comenzaron ayer a utilizar sin más preámbulos el sistema de compostaje comunitario instalado en As Lagoas. El maestro compostero encargado de supervisar todo el proceso y responder a sus preguntas en el marco del programa Revitaliza de la Diputaciónd e Pontevedra es Agustín Vidal, que también asume esta función en Cangas y Moaña.
-La puesta en marcha de este sistema de compostaje comunitario ha levantado bastantes suspicacias en los últimos días. ¿En qué consiste realmente?
-Lo que tenemos son dos filas con tres módulos de compostaje cada una. Cada uno de esos módulos tiene un metro cúbico de capacidad y una función específica. Los vecinos que están inscritos solo tienen que depositar los restos orgánicos siempre en el mismo lugar y nosotros nos encargamos del resto del proceso.
-¿Cuál es la función de cada uno de estos módulos?
-El primero es el de aportación, en el que los vecinos depositarán los restos orgánicos. Sólo tienen que coger un pequeño rastrillo que habrá aquí mismo, hacer un pequeño agujero en la capa de estructurante, echar los restos y volver a tapar con el estructurante. Cuando este módulo esté lleno lo que haremos es voltearlo al segundo de los cubos [un proceso sencillo, retirando las tablas modulares]. Esta es la fase termófila y de fermentación más potente. Lo normal es que la temperatura se del compost se encuentre entre los 50 y los 65 grados centígrados. Cuando está lleno se voltea al tercero de los módulos, donde se produce la maduración del compost. Es muy similar al proceso de humificación que se registra precisamente ahora en el otoño.
-De ese tercer módulo es del que sale el compost o abono final. ¿Cómo es?
-En función del grado de madurez que tenga se puede usar para cosas diferentes. Por ejemplo, en una fase muy temprana es ideal para coberturas de plantas. Cuando ya está más maduro es un fertilizante estupendo. Pero aún es posible darle otra vuelta y utilizar gusanos o "vermes", con el que se obtiene un "vermicopost" muy potente. Las posibilidades son muy amplias.
-¿Cuándo tiempo dura esa tercera fase de maduración?
-Normalmente se habla de cuatro meses, pero se puede hacer en tres. El sistema que se está empleando es bastante robusto y se puede jugar con los tiempos y cantidades, además de voltearlo y regarlo.
-¿Qué es lo que se les pide exactamente a los vecinos?
-A las personas que quieran participar solo les pedimos que se anoten en una lista, que es simplemente por llevar un control del número de usuarios. Lo que tienen que hacer es venir, levantar la tapa, hacer un pequeño agujero en el sustrato acorde con la cantidad de restos que van a depositar y taparlo con el estructurante. ¿Y cómo sabe el vecino que está bien tapado? Pues muy sencillo: cuando no vea lo que ha depositado.
-¿Qué es exactamente el estructurante que aportarán los vecinos para tapar los restos?
-El estrume de toda la vida. Todo esto tiene una base científica y metódica. De esta manera se resuelve otro problema porque para conseguir ese estructurante se pueden usar los restos de poda de los propios Concellos, que se trituran. El estructurante no puede faltar nunca y seremos los propios maestros los que nos encarguemos de vigilarlo. De todos los modos en los composteros hay un teléfono de contacto para que en caso de cualquier problema puedan llamarnos.
-Parece sencillo, los suspicaces dirían que incluso demasiado sencillo.
-Mire, cada cinco años aparece alguien que dice que llega con un sistema fantástico y un montón de cosas más. ¡Y luego patapún! Esto es muy sencillo, con una base metódica y científica. La idea era que fuese lo menos tecnificado posible y que cualquier persona pudiese hacerlo. Todo esto está muy estudiado y trabajado. Este tipo de iniciativas son fantásticas para que la gente vea cómo funciona y es muy importante que quiera participar.
-La gran preocupación de muchos es si esto realmente no genera malos olores. ¿Qué se puede decir al respecto?
-En Moaña ya llevamos trabajando dos meses con este sistema, en O Rosal y al lado de edificios. Empezaron 60 personas y ahora hay 110 anotadas y dos cafeterías. Al principio estaba muy pendiente y preocupado porque a apenas 15 metros del compostero hay un balcón. Pero a los pocos días esos vecinos también se anotaron y no hay ninguna queja. Los módulos están cerrados y eso que nos desagrada, que decimos que huele es precisamente lo que aprovechamos. Eso que nos pone tan nerviosos es precisamente una característica de la descomposición que indica que va como un tiro y que nos permite obtener un nuevo recurso, no un residuo.
-¿Cuáles son los conceptos básicos de lo que no se debe hacer para evitar precisamente los malos olores o que el proceso se vaya al traste?
-Esto no es magia. Todo es científico y está estudiado. Lo que más funciona es el sentido común: lo que no echarías en tu jardín no lo traigas aquí. Lo que tampoco se puede es coger y traer aquí un capacho entero con los restos de un cocido para 20 personas. O si alguien lo quiere hacer, que nos avise para que podamos venir y ayudarle.
-Antes apuntaba un concepto interesante: lo que se va a generar es un producto, no un residuo. Estamos acostumbrados ya a reciclar el papel, el vidrio o los envases, pero parece que cuesta entender que los residuos orgánicos también pueden ser reutilizados.
-Esto en realidad está un paso por delante del reciclaje. Esto es prevención porque no se llega a generar el residuo. Además tendrá una consecuencia importante: va a conseguir que aumente la tasa de reciclaje del resto de residuos. Si la gente se acostumbra a este sistema de compostaje ya no echará los macarrones por encima de las botellas de plástico en la bolsa de la basura, por poner un ejemplo. El reciclaje en el resto de fracciones irá para arriba seguro.
-¿Cómo se repartirá el compost? ¿Y si sobra?
-[Risas] ¡Le puedo asegurar que no va a sobrar nada! El volumen que se acumula en los módulos, al final del proceso y después de realizar un cribado, queda reducido a solo un 10% de lo que ocupaba al principio. Cuando el compost esté maduro pondremos un cartel y se repartirá entre los vecinos. Los restos de la criba que no sean compost será reutilizados como estructurante para iniciar de nuevo el proceso.
-Supongo que aún es muy temprano para pensar que esto puede servir para reducir la factura de lo que los Concellos envían a Sogama
-Bueno, en Moaña llevamos dos meses funcionando y ya se han tratados 2.000 kilos de restos orgánicos. No está nada mal. Este sistema de compostero también tiene otra característica importante: los composteros están visibles porque los restos que generamos no desaparecen por echarlos a un contenedor. Hay que volver a tener en cuenta ese tipo de concepto.