Santiago llegó a Vigo por amor, y junto a su esposa Maruja inauguraron la Relojería González en el Calvario en la década de los 50. Hace 43 años comenzó a trabajar en ella su sobrino Manuel Caride, que ahora trabaja codo con codo también con su propia sobrina, Beatriz Rodríguez. "Esta es una empresa familiar pero las generaciones nuevas son de sobrinos, no de hijos", bromea el gerente.

En todo el tiempo que lleva dentro del pequeño portal en el que está incrustado este peculiar local, su actual dueño ha visto cambiar radicalmente el entorno que le rodea. "Cuando yo comencé en la relojería, con 14 años, el tranvía pasaba por delante de nuestra tienda. Ahora la calle es peatonal, y entre medias hemos visto de todo", recuerda Caride.

Tras superar hace tiempo los 50 años como establecimiento, Manuel espera que la relojería alcance el siglo de vida. "Yo espero que este local siga abierto muchísimos años, porque sería una pena que cerrase con todo el trabajo y el esfuerzo que le hemos dedicado en la familia, sobre todo por parte de mis tíos", explica.

Ahora todo depende de su sobrina Beatriz, que comenzó a trabajar con Manuel cuando tan solo tenía 23 años. "De pequeña no tenía claro que mi futuro fuese a estar aquí, pero cuando fui creciendo me di cuenta que este mundo me gustaba", confiesa. "Yo ya no me veo en ningún otro sitio a estas alturas, pero no sé si los más jóvenes de la familia seguirán la tradición", reflexiona.

Manuel Caride y su sobrina han notado los efectos de la crisis financiera, aunque celebran que a ellos no les haya afectado en exceso. "Lo hemos llevado mejor que otros locales que han tenido que cerrar, porque tenemos unos clientes fieles -en los minutos que duró el encuentro en la relojería casi una decena de personas se acercaron al establecimiento- y que no dejan de venir cuando necesitan algo", celebra el gerente.

Sobre el premio obtenido, Caride festeja que se acuerden de ellos, aunque reconoce que los verdaderos triunfadores son sus tíos "que fueron los que levantaron la relojería de la nada". "Seguro que a ellos sí que les hacía ilusión porque empezaron el negocio sin nada y se entregaron en cuerpo y alma para que creciese con el paso de los años y poder ver lo bien que va en la actualidad. No es un reconocimiento para mí o para mi sobrina, es para ellos", señala el propietario.