El gobierno municipal de Cangas rechaza mezclar política con religión y hace ya un año que decidió no acudir a procesiones. Ayer no estuvo presente en la del Cristo, que congregó a miles de fieles en el día grande de las fiestas. Pero en la procesión del Cristo se mezcla como en muchas de Galicia, lo religioso con lo profano. En la Cangas esta mezcla variopinta confluye en la Plaza de la Constitución y el entorno de la plaza de abastos, para tener su máxima expresión en la vuelta que se da al consistorio de Cangas, por delante del palco de la música, que escenifica ese lado pagano del festejo. En la Plaza de la Constitución y en el entorno de la plaza de abastos el Cristo del Consuelo y la Virgen del Carmen se encuentran con las atracciones, que tan solo minutos antes estaban con sus luces encendidas y su vocerío insoportable hasta para un ateo.

Le costó salir de la ex colegiata al Cristo del Consuelo. No lo hizo hasta casi las 21.00 horas, cuando el programa oficial indicaba que lo haría a las 20.00 horas. Por algún misterio todavía no descifrable, la imagen del Cristo siempre tarda en salir del templo, a pesar de que no es como en Semana Santa, que hay que esperar a que salgan los feligreses de las misas. En las fiestas, la liturgia solemne se celebra al mediodía. Más rigurosa con el horario es la Virgen del Carmen, portada por 16 marineros o hijos de la gente del mar que conocen el valor de salir a la hora a faenar. Si el año pasado fue la corona del Cristo la que ocasionó problemas y retrasó la procesión, esta vez fue un problema técnico al principio y, sobre todo, los cables que se conectar a los arcos de luces festivos. Ese paso imponente de algo más de media tonelada de peso lo tuvieron que bajar esos 32 esforzados portadores hasta en cinco ocasiones para que pudiera procesionar por la calle Real, en medio de las quejas de los miembros de la cofradía que recordaban que siempre recordaban a las empresas que instalan el alumbrado que deben situarlo a cinco metros de altura. Mientras, la imagen del Carmen bajaba tranquilamente la calle Real, donde los balcones estaban adornados por mantones de manila y tapices. En los balcones las mujeres se santiguaban al paso de las imágenes y en la calle procesionaba descalzas con la vela encendida. Son promesas que los fieles de Cangas cumplen a rajatabla, como pudo comprobar el vicario episcopal de Pontevedra, Calixto Cobo Franco, que presidía esta manifestación religiosa por invitación expresa del párroco local, Severo Lobato.

La emoción, como casi siempre, llega, cuando las imágenes, de regreso al templo, justo en la mitad del recorrido en la avenida 25 de julio para su andar acompasado, y alzan a las imágenes mirando al mar, al que miembros de la Cofradía de la Virgen del Carmen le ofrecen una corona. Ahí, la piroctenia también quiere estar presente y se lanzan unos fuegos de artificio hacia la ría de Vigo en señal de respeto.

Con menos fieles que salieron de la ex colegiata, las imágenes vuelven al templo. Allí acaba el acto religioso con otro momento emotivo. Las imágenes se ponen enfrentadas y se entona la Salve marinera y el himno del Cristo. La Salve pone la piel de gallina y hace temblar las piernas de los feligreses. Por muchos años que uno acuda a este acto siempre se padecen los mismo síntomas, como relatan portadores de las imágenes que salieron en procesión por las calles de la villa.