José Cerqueiro tiene muchas anécdotas que recuerda con total nitidez, a pesar de sus muchos años, 86. Cuesta que las mencione. Es un hombre parco en palabras y no es dado a contar batallitas.

Relata un problema que tuvo con una furgoneta que empezó a recoger gente a la salida de la plaza de abastos en Cangas y los llevaba hasta Darbo. Cuando se dieron cuenta de que empezaba a bajar el número habitual de viajeros, comprendieron que tenían que tomar cartas en el asunto, puesto que era un servicio ilegal y suponía una competencia desleal. Tuvieron que contratar un notario y un abogado para que levantasen acta de la existencia del servicio para presentar denuncia ante las autoridades competentes en Transportes. Recuerda también cómo en los momentos de más trabajo llegó a llevar a 90 viajeros en un autobus . Apenas le quedaba espacio para conducir, pero los propios viajeros no admitían quedar en tierra mientras quedase un solo hueco en el vehículo. Menciona incluso con pena a las vendedoras de pescado de Aldán que iban caminando con el pescado hasta la plaza de abastos de Cangas. Recuerda aquellos años como tiempos de trabajo en condiciones muy duras para todos en general.

Al comienzo, las vías estaban en muy malas condiciones, no podríamos considerarlas carreteras y en alguna ocasión ellos mismos habían hecho varios arreglos para evitar daños a los vehículos.

Comenta que en la recta de Beluso habían hecho reparación de un bache importante y encima la autoridad competente les había hecho pagar una sanción por haber vertido piedras en la carretera. -Se siente agradecido por la regularización del sector gracias a los tacógrafos, porque todavía hoy recuerda con claridad una excursión que tuvo que hacer a Ferrol ( cuando las familias iban a visitar a los quintos). Salió de Cangas a las 6.00 de la mañana y regresaron a las 20.30. Cuando llegaron a la altura de Pontecesures había una fiesta y los pasajeros le pidieron que parase y no pudo reanudar el viaje hasta pasadas las 24.00 horas.