La vida de Carlos López (A Coruña, 1979) cambió completamente cuando le concedieron la beca musical EUjam. Esta oportunidad le permitió viajar por Europa y aprender de los mejores músicos del viejo continente. A partir de ahí vendrían seis meses en Copenhague y otros tantos en Berlín y en Amsterdam. De sus experiencias en estos más de dos años nacieron sus últimos dos discos (Mandala y Letters from Copenhagen), álbums coloreados de sonido jazz que le han hecho ganarse un sitio entre los músicos más importante de esta disciplina. Esta noche, desde las 22.30 horas, abre las actuaciones del CanJazz en el Eirado do Costal.
-¿Cómo es su sonido jazz?
-Es un estilo muy autobiográfico. Intento contar historias que me pasan en mi vida diaria. En los últimos discos, cuento todas las peripecias que me pasaron en los más de dos años que estuve viviendo por Europa. Me gusta crear un concepto de jazz narrativo.
-¿Qué tipo de peripecias cuentan sus canciones?
-Atardeceres, gente que he conocido, momentos especiales o temas que me chocaron cuando estuve fuera. Uno de los que más me impactó, por ejemplo, fue la situación de la prostitución en Amsterdam.
-Entonces, ¿sus composiciones están influidas por su estancia en Europa?
-Por supuesto, salir de Galicia fue para mí una búsqueda personal por conocer nuevos estilos. Sin embargo, hay más ingredientes en mi música que los europeos. Yo empecé con el jazz de tendencia americana y también me gustan otros estilos como el funk. Aunque mis composiciones tengan un fuerte acento europeo, me considero un amante de la buena música en general.
-¿Hay más cultura de jazz en Europa que en España?
-Sí, la diferencia todavía es muy grande. La música tiene para ellos un gran valor y su industria musical es muy potente. Aquí la programación de las televisiones y las radios es bastante mala. Hay algunos proyectos interesantes pero lo que más vende no suele estar ligado a la calidad. En un país como Holanda, la gente le da mucho más valor que aquí a poder asistir a un concierto. Tienen una vida cultural mucho más intensa.
-¿En qué se diferencia el jazz europeo del gallego?
- De manera indirecta, todos acabamos sonando como el jazz del otro lado del Atlántico. Es una música que tiene un color muy peculiar, pero es indudable que las raíces gallegas, como la música celta, también influyen en lo que se hace aquí.
-¿Es posible vivir del jazz en Galicia?
-Si no tienes hijos y compartes piso, puede (bromea). Aquí tenemos muchos sitios para tocar, pero para un músico decir que solo va a trabajar en una zona es reduccionista. Lo natural es que la gente que quiere vivir de esto salga fuera.
-¿Tienen los jóvenes gallegos medios para convertirse en artistas jazz?
-En Galicia mejoró muchísimo la situación. Cuando tenía 18 años no había opciones para los que empezábamos en el jazz. En los sitios oficiales, como en los conservatorios, no había posibilidad de especializarse en este tipo de música, ni tampoco en ninguna escuela privada. Ahora han abierto instituciones como el Conservatorio Superior de Música en A Coruña o el Seminario de Jazz de Pontevedra. De esta última escuela han salido una generación de músicos muy potente. En general, Galicia ha mejorado mucho y ya no es tan necesario irse fuera a aprender.
-¿Le gusta el Festival CanJazz?
-Está muy bien organizado y con pocos medios, lo que todavía tiene más mérito. Estoy encantado de ir, es la primera vez y me hace muchísima ilusión. Además, tiene una personalidad que lo hace muy especial. El CanJazz pone en valor proyectos que quizás no buscaría un festival más grande, pero tienen mucho gusto y un gran criterio. En el concierto voy a estar acompañado por cuatro músicos europeos excelentes.
