Cangas se despide del que fue su primer alcalde después de la restuaración de la democracia. Ayer falleció a los 72 años de edad José Chapela, más conocido como Chimé, después de una larga enfermedad. Su cuerpo será trasladado hoy al tanatorio de Cangas, a donde está previsto que llegue a mediodía para ser velado por familiares y amigos. A última hora de ayer el actual alcalde, Xosé Manuel Pazos, expresaba sus condolencias y las de la corporación por el fallecimiento de quien fue el primer regidor elegido democráticamente después del franquismo.

Chimé encabezó la candidatura del Partido Comunista de Galicia en las elecciones municipales de abril de 1979, que consiguió ser la segunda fuerza más votada con casi 1.800 votos y cinco concejales. Con el apoyo del resto de grupos de la izquierda logró los apoyos suficientes para ser elegido alcalde en el pleno de investidura frente al candidato de la UCD, que era Antonio Velloso (presidente del Alondras). Recibió el voto de los tres concejales de Bloque Nacional Popular Galego (BN-PG), en el que ya estaba Mariano Abalo; los tres de Unidade Galega y el único edil del PSOE. El suyo no fue un mandato fácil y de hecho decidió dejar el bastón de mando antes de concluir los cuatro años. "Yo creí que el mundo lo podíamos cambiar y me di cuenta de que no", dijo alguna vez. Como le confesaba hace tiempo a un compañero de profesión empezó a darse cuenta de esa realidad cuando muchas de las visitas y consultas que recibía de los vecinos eran por temas tan prosaicos como los permisos para construir un gallinero. Ante esas circunstancias admitía que se conformaba con que el mundo no lo cambiase a él.

Abogado de profesión, trabajaba en Madrid y tenía que viajar constantemente en una época en las que las comunicaciones no eran como las de hoy en día. Al final acabó renunciando en favor de su número dos, Antonio González Molanes, más conocido como Tucho Perete.

A pesar de su enfermedad se mantuvo en la abogacía hasta hace muy poco. De hecho, en octubre del año 2014 recibió el apoyo de sus compañeros de Cangas después de que la Audiencia de Pontevedra decidiese abrirle una investigación y acusarle de obstruir la justicia al pedir un aplazamiento de una vista debido a su estado de salud. Ya entonces reconocía con su habitual sentido del humor que su reino ya no era de este mundo y lo buscaba con frecuencia en Cuba, uno de sus lugares predilectos.