El poso de tristeza que acompaña las palabras de Willy Rivas cuando recuerda el fallecimiento de su hijo se torna en irrefrenable entusiasmo al hablar de los dos proyectos más ambiciosos con protagonismo del piloto: la inauguración de una estatua en la Praza do Emigrante y la Dani Rivas Cup. Con la primera, el padre del deportista moañés no tiene ninguna duda. "Con la estatua va a ser una leyenda. No hay marcha atrás", señala. La figura sorprenderá por su realismo en una pieza de bronce de 600 kilos que reproducirá a Rivas en su moto realizando un caballito. "Es alucinante el trabajo que ha hecho José Molares, el escultor, de forma totalmente altruista, cuidando todos los detalles. Va a ser increíble", asegura. Será el colofón al gran trabajo realizado por la Fundación para recaudar los 30.000 euros precisos vendiendo merchandising en carreras, eventos y a través de la web.

Con la Copa DR7 le sucede algo similar. La iniciativa surgió en la larga espera por la repatriación del cadáver e implicando al consejero delegado de Dorna, Carmelo Ezpeleta. "Ha sido una aventura, porque para entrar en el programa de Dorna se requiere de un equipo que incluya dietista, psicólogo, etcétera", señala. Sin ser exactamente una idea que tuviese el piloto, sí compartía parte de la filosofía. "Él tenía en mente trabajar con algún niño para ayudarlo. Es algo que suele pasar con todos los pilotos cuando ven que les quedan cuatro o cinco años de carreras, para tener esa prolongación", manifiesta su padre.