A pesar de que el humo dificultaba salir por una de las puertas principales, medio millar de alumnos, profesores y personal no docente fueron evacuados por puertas alternativas en menos de cinco minutos, sin que se produjeran incidentes, sustos o caídas. Un operativo que fue posible "gracias a la preparación del personal, que actuó con rapidez y eficacia en la coordinación", apunta Segundo Lagoa, responsable de un proyecto de formación teórica y práctica que está detectando "algunos pequeños errores que habrá que corregir", aunque la experiencia y la conclusión son positivas.

De hecho, estos simulacros de evacuación sirven de entrenamiento para poner en práctica los conocimientos adquiridos, detectar posibles insuficiencias en el edificio y solventando los errores que se produzcan en su desarrollo. "Los principales objetivos de estas prácticas son mentalizar a alumnos, profesores y padres de la importancia de los problemas relacionados con la seguridad y emergencia en los centros escolares", inciden desde el servicio municipal. La clave es dar pautas adecuadas de cómo comportarse ante este tipo de situaciones para lograr que la evacuación se haga de forma ordenada, sin riesgo para ellos y sin estropear el mobiliario escolar, todo ello en el menor tiempo posible", recalcan sus promotores.

Destacan como una de las pruebas de fuego la evacuación del comedor del colegio Castrillón, el primero de estas características que se llevó a cabo en Cangas. La responsable de simulacros, Teresa Martínez Bao, propuso hacerlo allí porque la cocina es el espacio más expuesto a incidentes y donde el riesgo es mayor, y, pese a que hubo que movilizar a 298 comensales de entre tres y 12 años," el resultado fue satisfactorio, como todo el programa en general", concluyen.