Julio Paredes Currás llegó poco antes del mediodía a Ermelo después de coger un taxi en la calle Jaime Janer de Marín. "Me pidió que lo llevase a Ermelo y me tuvo que indicar cómo llegar porque yo no conocía el sitio. Lo único raro que noté en él es que iba un tanto desarreglado", explica la taxista. Nada más llegar a la aldea divisaron al padre del presunto agresor paseando y tras dar la vuelta con el coche en las inmediaciones de la iglesia el hijo se bajó de inmediato. "Yo pensé que iba a saludarlo, pero sin más empezó a pegarle y a darle patadas. Estoy segura de que le rompió la nariz. El pobre señor gritaba 'me mata, me mata', intentó usar la vara para defenderse e irse para la parte de atrás del coche", cuenta. Fueron sus gritos los que alertaron al resto de vecinos y llamó a los servicios de emergencia y a la Guardia Civil. Tras la intervención de los vecinos el presunto agresor se volvió a meter en el taxi. "Me dijo que lo sacase de allí, que lo llevase de nuevo a Marín", cuenta. Ella accedió para evitar males mayores. "Tenía miedo de que si volvía a salir del taxi siguiese pegando al pobre señor y lo matase", argumenta. Durante el trayecto la conductora se mantuvo en contacto con la Guardia Civil, haciendo creer al presunto agresor que en realidad hablaba con los servicios médicos. "Iba diciendo que su padre lo había acusado de violar a una de sus hijas", relata. De esta manera llegaron al centro de Marín, donde el hombre pagó el viaje y se bajó en la calle Concepción Arenal con la intención de buscar un hotel para alojarse.