El riesgo de que el fuego alcanzase el depósito de amoníaco obligó a la Guardia Civil a desalojar las viviendas más cercanas a la nave de Fandicosta en llamas. Una de las casas fue la de Nuria Martínez y su hija Yovanna Otero. "Vivimos justo entre Fandicosta y la gasolinera. Yo llegaba del autobús del instituto a las 18.30 horas. Por la carretera ya vi la columna de humo", explica Yovanna Otero, de 16 años.

Su madre todavía no se había percatado de lo que ocurría. "A los 15 minutos ya llegó la Guardia Civil para decirnos que teníamos que evacuar por que existía riesgo de explosión. Me puse histérica al principio, porque es la vivienda de toda mi vida", relataba, ya más relajada ante el control de las llamas, María Martínez.

Mientras anochecía y todavía no podían volver a sus viviendas, Martínez recordaba que trató de coger algunos enseres por si la casa se veía afectada. "Pero ya no nos dejaron".

Sobre las 22.50 horas las autoridades locales les dieron el aviso de que por fin podían regresar a sus casas. Aunque los trabajos de los bomberos seguían en marcha.