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El naval moañés se resiste a la crisis

El astillero A Xunqueira bota un palangrero de 30 metros de eslora que faenará en el Gran Sol después de un año de construcción con una media de veinte operarios

El naval de Moaña trata de salir a flote y superar poco a poco el tramo más duro de la crisis, que afectó con dureza al sector. En las últimas semanas se suceden varios proyectos construidos en las industrias situadas en el litoral de Meira. Ayer mismo, Industrias Navales A Xunqueira llevó a cabo la botadura de un palangrero de casi 30 metros de eslora, en el que este astillero trabajó durante un año entero. Los responsables de la empresa explican que una media de 20 trabajadores se dedicaron a la construcción de este palangrero en los últimos 12 meses.

Con una altura en la proa que supera los 9 metros y una altura media de unos 7 metros, la botadura fue una compleja operación realizada en la rampa de este mismo astillero. Ayudado por un remolcador, se comprobó la estabilidad del barco, que permanece amarrado ya al litoral de Meira. Tras alinear el motor se puso en marcha para comprobar su funcionamiento.

El barco no se trasladará al puerto de Vigo hasta dentro de una semana. En las próximas jornadas será necesario realizar distintas pruebas de estabilidad y velocidad, navegando por la ría de Vigo. Los últimos retoques se le darán ya en Vigo antes de que parta hacia el caladero del Gran Sol.

El nombre del palangrero es "Manolo del Terín" y su construcción fue encargada por una casa armadora de Aldán. "Levounos un ano enteiro desde os primeiros planos. Hai unhas semanas comezamos a pintalo", explica Manuel Parcero, el responsable del astillero.

La botadura comenzó pasadas las 14.30 horas de ayer, aprovechando la pleamar. El barco estaba fondeado en el mar alrededor de las 15.00 horas.

Industrias Navales A Xunqueira, que logró hace un año la concesión de Portos de Galicia para construir y gestionar durante las próximas décadas el "travel lift" del puerto de Samertolaméu, botó ayer, con este barco, su segunda estructura de gran tamaño con escasos días de diferencia.

A mediados de mes botó una rampa Ro-Ro para dar servicio en Santander a los barcos de transporte de vehículos. Esta estructura pesa unas 550 toneladas y cuenta con 32 metros de largo por 31 de ancho. Una decena de trabajadores participaron en ambas botaduras.

La construcción de esta rampa se había realizado en un tiempo récord. Medio centenar de operarios trabajaron en doble turno durante dos meses para cumplir con el encargo.

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