Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Semana Santa más grande

Un marinero jubilado de Cangas reproduce en miniatura las imágenes de los pasos

Reproducción del paso de Cangas "La Mesa de los Apóstoles". // S.A.

Su primera maqueta la realizó a los 16 años. Era la gamela de su padre que se llamaba "Rosario", en honor a su hermana. Aquella gamela, en la que el cangués Francisco Mallo Guardado empezó a trabajar de marinero con 13 años, tal y como recuerda, acabó expuesta en Madrid pero nunca más supo de ella, eso sí le dio para comer a la familia durante todo un mes. Eran los tiempos en los que su padre y él iban a pescar en la gamela a remo hasta las islas Cíes y regresaban a vela, sin fuerzas para intentar retornar a la escuela que tuvo que dejar y a la que quería que volviera el profesor.

Eran los tiempos del hambre y en su memoria, poderosa pese a sus casi 86 años, sigue viendo al profesor, que llegaba de Vigo en barco y les impartía clase en la antigua escuela, donde hoy está el edificio Velázquez, comiendo en la mesa, mientras ellos daban la lección, los croques crudos que sacaba del bolsillo de la chaqueta y que compraba a las dos mujeres que los traían a vender en dos burros desde Moaña a Cangas. Recuerda que era el año 46 y un profesor que impartía clases en las escuelas de Fonte do Galo de Cangas vio la gamela que con 16 años Francisco había hecho, y la quiso comprar. Él no quería venderla, pero lo hizo por su madre "ela partíame o corazón". La había hecho con las tablas de las cajas de los higos y le dieron 300 de las antiguas pesetas. Supo que la gamela, con la que comieron un mes, se fue para una exposición a Madrid porque ellos mismos hicieron la caja.

Pasaron cincuenta años hasta que Francisco Mallo Guardado no volvió a realizar maquetas y reproducciones de barcos. La jubilación le llegó tras una frenética vida de pesca en el cerco, la ardora o el bonito, varios años en la marina mercante, incluso algún tiempo en el transporte de ría hasta que retornó a la bajura donde había empezado. Después de surcar tantos caladeros, aventuras en el mar, de navegar en un barco de seis pisos, de una compañía alemana transportando 1.200 coches Mercedes desde Alemania a diferentes partes de América, Francisco Mallo tuvo que buscar un entretenimiento cuando se jubiló. Y así volvió a esa afición de niño por las maquetas.

Ya cuenta con más de veinte barcos reproducidos, que ha ido realizando con restos de las maderas de las cajas de frutas o con latas, como las que utilizó para reproducir la pareja de Casa Mar, "Massó 14", que naufragó regresando del Gran Sol y del que nunca se hallaron restos; y "Massó 15" que se dirigía al caladero para darle relevo. En aquel barco, al que su padre nunca dejó embarcar por miedo al Gran Sol, murieron muchos vecinos y conocidos suyos de Cangas.

Tras los barcos, Francisco Mallo quiso cambiar y empezó a reproducir las imágenes de los pasos de la Semana Santa de Cangas, que están expuestas en la mercería de la calle Real, muy cerca de la excolegiata. Las realiza en barro en el horno de su casa y pinta y viste en su taller, en la buhardilla.La primera exposición la realizó el año pasado con el Nazareno, la imagen de Francisquiño da Ferramenta, de Carnacedo, Simón Cireineo, los dos judíos con lanza y bandera y también la Mesa de los Apóstoles, que sale en procesión con viandas naturales.

A lo largo del año pasado, este marinero jubilado siguió trabajando en nuevas figuras de la Semana Santa canguesa y realizó, también con las cabezas en barro, la reproducción del "Velatorio", con el Cristo en la urna, acompañado a un lado por la Magdalena y las dos Marías y, por el otro, por San Juan y la Verónica.

""Chovendo non saio da casa. Vou ó meu taller, poño a radio e dalle que dalle", dice Francisco Mallo sobre esta afición, que se puede ver en la calle Real.

Compartir el artículo

stats