El párroco de Coiro, Benito de la Iglesia, asegura estar muy afectado por el desplome de una techumbre que él "ya tenía previsto demoler esta misma semana" y para ello había hablado con "varios obreros" que se encargarían de la tarea. Ahora, la reconstrucción semeja difícil, "porque no tenemos dinero y la Administración no quiere ayudarnos, a pesar de prestar un servicio público", critica. Aún así, no renuncia a volver a levantarla "algún día", y su deseo es reconstruirla "en el centro del atrio" para evitar problemas de lindes con otra propiedad con la que existe un enfrentamiento que complica aún más la situación.

"A la gente no se le puede pedir dinero porque no lo tiene. Y el que lo tiene no te lo da, porque hay muchos sitios donde emplearlo", argumenta el cura, que también alude a los problemas del Arzobispado para atender a todas las necesidades eclesiásticas. "Nuestro obispo tiene 1.400 templos parroquiales, capillas aparte, y no le caen los billetes de la sotana", por lo que considerara razonable que al menos parte del dinero lo aporte el Estado. "Mucha gente es católica y mantener este servicio es muy costoso", advierte, mientras relata el capítulo de gastos mensuales que tiene que afrontar.

Para Benito de la Iglesia la recuperación de la capilla en su actual emplazamiento y con las condiciones anteriores es practicamente inviable. Sobre todo, porque "ya cayó una buena parte de la estructura y la que sigue en pie se tambalea", como en el caso de la fachada principal, con el campanario y el blasón, por lo que será necesario desmontarlos antes de que se desplomen. Y también porque no confía en superar las desavenencias con los dueños de la finca colindante, que junto con las "largas" del Concello, considera principales obstáculos para no haber actuado a tiempo sobre la capilla. "Hace cuatro años que estoy encima de eso, pero no fue posible hacer nada" para solucionarlo, afirma.

Aunque lo más importante es que no haya habido desgracias personales, valora, la prioridad ahora es poner a salvo las imágenes de Cristo y varios santos que alberga la capilla, cuyo estado actual se desconoce porque no es posible ni seguro acceder al interior de las instalaciones, colmadas de cascotes y en serio riesgo de que se desplome lo que sigue en pie. El cura confía en que las de San José y la Virgen del Carmen estén protegidas en sendos huecos de las paredes de piedra, y es menos optimista sobre la de Santo Domingo, que considera la más valiosa. Si se rescatan serán trasladadas al templo parroquial o a viviendas de los feligreses. Lo mismo ocurrirá con otras piezas "como el escudo de la fachada", siempre que existan garantías de devolución "si algún día se vuelve a reconstruir".

El paso inmediato para tomar una decisión será "juntarme con la gente de allí y ver qué se puede hacer". Asegura que entre algunos feligreses existe malestar por la actitud de la Administración, y particularmente del Concello, pero cree que no es el momento de precipitarse. "Ahora hay que pensar las cosas, sin prisa. Cuando llegue el momento ya pediremos ayuda", adelanta, aunque no es plenamente optimista sobre la posibilidad de que la capilla de A Pedreira vuelva a ser lo que fue.