"Incidentes no hubo, pero clientes tampoco", sintetizaba a última hora de la mañana de ayer una vendedora ambulante mientras recogía su puesto en el mercadillo de Cangas. Su versión coincidía con las de otros comerciantes vecinos, a los que, a pesar del buen tiempo y de ser principio de mes, practicamente no les valió la pena pasar el trabajo de instalar y desinstalar.

El conflicto entre colectivos gitanos y la determinación del gobierno tripartito de impedir que monten sus puestos los implicados en la reyerta y los que carecen de toda la documentación en regla también ha mermado la afluencia de ambulantes. Ayer, los conserjes instaron a un "zamorano" cuyo permiso de venta está pendiente de aprobación administrativa a recoger la mercancía y abstenerse de continuar con la actividad, lo que el afectado acató sin que se produjeran incidentes. Policía Local y Guardia Civil mantuvieron un discreto operativo de seguridad.