Escolares del colegio público de O Hío interrogan a las Damas y Galanes, mientras aún hay culto dentro del templo. Ellos van adustos, con traje y sombrero negro. En su indumentaria destaca la banda roja que cruce su cuerpo. Ellas muestran un aspecto colorido, con sombreros ricos en flores que ahora son artificiales, pero que antaño (aún lo recordaba ayer Mercedes Valladares) eran naturales. Ricos estampados en los mandiles y laborioso trabajo en las enaguas para brillar en una danza con numerosos significados, aunque tiene mucho de cortejo y una pizca de relación con la cercanía del carnaval y la cuenta atrás para la llegada de la primavera.

Con bastante menos agobio que en años anteriores, salieron la Virgen del Carmen y San Sebastián de la iglesia parroquial. En un abrir y cerrar de ojos las filas de los danzantes (un guía, 10 galanes y 5 Damas) se habían formado y con una genuflexión coral empezó la danza, que iba tomando puntos sin perder la cara a las imágenes que salían en procesión. Es una vuelta prodigiosa al templo, que se realiza bailando de espaldas y manteniendo las filas, mientras se marcan los puntos con los pies y se escuchan las castañuelas de los Galanes. En la parte más espaciosa de ese atrio, en parte forrado de una piedra que está lejos de entonar con el espacio donde se desarrolla esta tradicional danza, las Damas y Galanes escenifican durante 45 minutos este baile secular del que el libro de la Cofradía, que se guarda en la iglesia de Aldán, ya menciona. En el siglo XVII ya se hablaba de la danza como tradicional.

Tanto danzantes como espectadores tuvieron que pedir el día libre en sus respectivos trabajos para cumplir con la tradición. La Asociación Cultural Danza de Aldán reparte calendarios con una vieja foto de cinco Damas, una de ellas es Mercedes Valladares. Ahora vive en Vigo, pero cumple con la tradición que para ella empezó cuando tenía 17 años. Con 59 Mercedes Valladares recuerda a sus compañeras de foto: Dolores Valladares, María Jesús Valladares, Teresa Dacosta y Lolita Docampo. Relata Mercedes Valladares que en aquel tiempo se participaba en la Danza por alguna promesa al santo. Y aún hoy. La mayoría de los danzantes están ahí por esa promesa, aunque también los hay que están por el amor que se procesa a la propia Danza, nombrada hace tiempo de Interés Turístico de Galicia.

"Es un poco aburrida", comenta un espectador, que de inmediato recibe una lección de interpretación de la Danza de Aldán. Le enseñan a que hay que estar atento, porque a través del baile se puede ver como los Galanes llevan a las Damas en un rito secular de cortejo.

Antonio Docampo es el guía. Se distingue por una banda morada que cruza su pecho y torso. Es el más veterano y ocupa el puesto que dejó vacante su hermano. "Empecé en el año 1977 y solo lo dejé un par de años". También él tuvo que pedir día libre en el trabajo para dirigir la Danza. Confiesa que, como muchos otros, también él empezó por una promesa. Pero hoy es más que eso. Señala que antes el trabajo en el mar impedía a muchos ofrecerse como Galanes, pero que los hombres eran más fieles al baile que las mujeres, donde acostumbran a haber más cambios.